Pregunta: "¿Qué significa "redimir o aprovechar el tiempo" en Efesios 5:16?"
Respuesta:
Efesios 5:15-16 dice: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos". La frase aprovechando o redimiendo el tiempo también se encuentra en Colosenses 4:5: "Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo". En ambos pasajes, redimir o aprovechar el tiempo se relaciona con la sabiduría en cómo "caminamos", es decir, en cómo vivimos.
Redimir o aprovechar algo significa comprarlo de nuevo, recuperar su posesión. El tiempo es un regalo de Dios, y ninguno de nosotros sabe qué cantidad de tiempo nos corresponde. Sólo Dios sabe cuánto tiempo tiene cada uno de nosotros en esta tierra para tomar decisiones que tendrán un impacto en la eternidad (Salmo 139:16). Cuando Dios dice que debemos "redimir el tiempo", quiere que vivamos en constante conciencia de ese tic-tac del reloj y que aprovechemos al máximo el tiempo que tenemos. En vez de desperdiciar nuestros días en actividades frívolas que no dejan ninguna huella duradera, las Escrituras nos instruyen a ser diligentes en hacer el bien (Tito 3:8).
El contexto del mandamiento de redimir el tiempo nos ayuda a entender cómo es redimir el tiempo y por qué es importante: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución" (Efesios 5:15-18). Redimir el tiempo significa que somos cuidadosos en nuestra forma de vivir. Buscamos y empleamos la sabiduría (ver Proverbios 2:1-15). Aprovechamos cada oportunidad y la utilizamos para la gloria de Dios. Analizamos nuestros planes y nos aseguramos de que se ajusten a la voluntad de Dios. Además, evitamos las actividades inútiles y perjudiciales, como emborracharse. ¿Por qué debemos vivir así? "Porque los días son malos" (Efesios 5:16). Debemos vencer el mal con el bien (Romanos 12:21).
Jesús enseñó a Sus discípulos la necesidad de redimir el tiempo: "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Juan 9:4). Jesús fue diligente en el cumplimiento de Su misión. Las distracciones eran tan frecuentes entonces como ahora, pero no dejó que ninguna de ellas le impidiera predicar y enseñar la Palabra de Dios. Para eso había venido (Lucas 4:43). Aunque sólo pasó 33 años en esta tierra, Jesús cambió el mundo para siempre porque redimió el tiempo.
Nosotros podemos aprender a redimir el tiempo siendo conscientes de que tal vez no tengamos otro día. Como cristianos, debemos vivir como si estuviéramos muriendo y dedicarnos a todo lo que Dios nos ha dado para hacer mientras tengamos tiempo. Todo lo que se hace por Cristo en la tierra obtiene recompensas eternas (Marcos 9:41). Lo que se hizo con fines egoístas y carnales se quemará y desaparecerá (1 Corintios 3:12-15).
Otra forma de aprender a redimir el tiempo es pedirle a Dios que nos ayude. Debemos comenzar cada mañana encomendando nuestro día al Señor y pidiéndole que nos ayude a hacer algo ese día que tenga un valor eterno. Al comenzar nuestro día con la eternidad en mente, nos volvemos más conscientes de los impulsos espirituales en nuestros corazones. Buscamos formas de honrar al Señor, de ayudar a otra persona o de utilizar nuestro tiempo de forma productiva. Cuando estamos esperando en un semáforo en rojo, podemos orar por nuestro prójimo. Limpiando el piso, podemos adorar cantando. Podemos evaluar nuestros dones e intereses y buscar formas de aprovecharlos para el reino de Dios. Ser voluntario, servir en la iglesia, dirigir un ministerio, llevar estudios bíblicos a las cárceles y prisiones, y estudiar para estar "aprobados por Dios" son formas en las que podemos redimir el tiempo (2 Timoteo 2:15).
Santiago 4:14 nos dice que nuestras vidas terrenales no son más que una niebla que aparece y luego se evapora rápidamente. Nuestro dinero y nuestras posesiones quedarán en manos de otra persona. Nuestros puestos de trabajo los ocuparán otros. Nuestras familias podrán recordarnos con cariño, pero seguirán adelante con sus vidas y no nos incluirán. Todo lo que queda de nuestras vidas en la tierra es lo que se invirtió en la eternidad. Al final, todo lo que importa es lo que hicimos o no hicimos para redimir el tiempo (Salmo 102:3; 144:4).