Respuesta:
La "Regla de Oro" es el nombre dado a un principio que enseñó Jesús en Su Sermón del Monte. Las palabras "regla de oro" no se encuentran en las Escrituras, ni tampoco las palabras "Sermón del Monte". Estos títulos se añadieron más tarde por equipos de traducción de la Biblia con el fin de hacer el estudio de la Biblia un poco más fácil. La frase "Regla de Oro" fue atribuida a este pasaje de la Escritura durante los siglos 16-17.
Lo que llamamos la Regla de Oro se refiere a Mateo 7:12: "Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas". Jesús conocía el corazón humano y su egoísmo. De hecho, en el versículo anterior, Él describe a los seres humanos como "aun siendo malos". La regla de oro de Jesús nos da un estándar por el cual las personas naturalmente egoístas pueden medir sus acciones: tratar activamente a los demás de la manera en que a ellos mismos les gustaría ser tratados.
Terminando la "regla" con "la ley y los profetas", Jesús ha condensado todo el Antiguo Testamento en este principio tomado de Levítico 19:18: "No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR" (Levítico 19:18). Una vez más, vemos la implicación de que los seres humanos naturalmente son amadores de sí mismos, y el mandato utiliza ese defecto humano como un punto de partida en cómo tratar a los demás.
La gente universalmente exige respeto, amor y aprecio, si ellos se lo merecen o no. Jesús sabía esto y lo usó para mostrar cómo Su gente debe tratar a los demás: cómo ellos mismos deseaban ser amados, respetados y apreciados. ¿Quieres que te muestren respeto? Entonces respeta a los demás. ¿Ansías una palabra amable? Entonces di palabras de bondad a los demás. "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35). Esta regla para tratar a los demás con tal alta estima es también el segundo de los dos mandamientos más grandes, seguida sólo por el mandamiento de amar a Dios Mismo (Mateo 22:39).
Lo que es interesante tener en cuenta acerca de esta doctrina de las Escrituras cristianas es que ningún otro sistema religioso o filosófico es su igual. La Regla de Oro bíblica no es la "ética de la reciprocidad" que tan comúnmente es propugnada por moralistas no cristianas. Con frecuencia, los críticos liberales y humanistas seculares intentan explicar la Regla de Oro como una ética común compartida por todas las religiones. Este no es el caso. El mandato de Jesús tiene una sutil, pero muy importante diferencia. Un rápido repaso de los dichos de las religiones orientales lo dejará claro:
• El Confucianismo: "No hagas a otros lo que no deseas que te hagan a ti" Analectas 15:23.
• El Hinduismo: "Esto es la suma del deber: no hagas a otros lo que te causaría dolor si te lo hicieran a ti” Mahabharata 5:1517.
• El Budismo: "No dañes a otros de maneras que encontrarías hiriente.” Udana-Varga 5:18
Estos dichos son similares a la Regla de Oro, pero se enuncian negativamente y se basan en la pasividad. La Regla de Oro de Jesús es un mandato positivo para mostrar el amor de forma proactiva. Las religiones orientales dicen: "Absténganse de hacer"; Jesús dice: "¡Hazlo!" Las religiones orientales dicen que es suficiente para mantener tu comportamiento negativo bajo control; Jesús dice que busques formas de actuar positivamente. Debido a la naturaleza "invertida" de los dichos no cristianos, se les ha descrito como la "regla de plata".
Algunos han acusado a Jesús de "tomar prestada" la idea de la Regla de Oro de las religiones orientales. Sin embargo, los textos para el Confucionismo, el Hinduismo y el Budismo, citados anteriormente, fueron todos escritos entre el 500 y el 400 a.C., como mínimo. Jesús toma la Regla de Oro de Levítico, escrita alrededor del 1450 a.C. Así que, la fuente de Jesús para la Regla de Oro precede a la "regla de plata" por unos 1.000 años. ¿Quién "pidió prestado" a quién?
El mandamiento de amar es lo que separa la ética cristiana de la ética de todos los otros sistemas. De hecho, la defensa del amor en la Biblia incluye el mandato radical de amar incluso a los enemigos (Mateo 5:43-44; CF. Éxodo 23:4-5).
Obedecer el imperativo cristiano de amar a los demás, es una marca de un verdadero cristiano (Juan 13:35). De hecho, los cristianos no pueden afirmar que aman a Dios si no aman activamente a otras personas, porque "Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto" (1 Juan 4:20). La Regla de Oro encapsula esta idea y es exclusiva de las Escrituras Judeo-Cristianas.