Pregunta: ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25)?
Respuesta:
"Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25) es la quinta de las siete afirmaciones "Yo soy" de Jesús. Lázaro estaba muerto. Antes, Jesús había oído que su buen amigo estaba enfermo, pero en vez de ir a visitar a Lázaro, Jesús "se quedó dos días más en el lugar donde estaba" (Juan 11:6). Explicó a Sus desconcertados discípulos que la enfermedad era "para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella" (v. 4). Tras la muerte de Lázaro, Jesús emprendió un viaje a Betania, la casa de Lázaro. Significativamente, cuando Jesús informó a Sus discípulos de que Lázaro había muerto, se limitó a decir que Su amigo "Lázaro duerme; mas voy para despertarle" (Juan 11:11).
Fuera de Betania, Marta, la hermana de Lázaro, salió al encuentro de Jesús. "Si hubieses estado aquí", le dijo, "mi hermano no habría muerto". Tal era su fe en el poder de la sanidad de Jesús. Jesús respondió asegurando a Marta que su hermano resucitaría. Marta respondió de nuevo con fe: "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero". En este punto, Jesús hace Su quinta afirmación "Yo soy" en el evangelio de Juan: "Yo soy la resurrección y la vida", y la sigue con una invitación a la fe: "El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (Juan 11:25-26).
Cuando Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida", estaba afirmando ser la fuente de ambas. No hay resurrección aparte de Cristo, y no hay vida eterna aparte de Cristo. Más allá de eso, Jesús también estaba haciendo una declaración relativa a Su naturaleza divina. Él hace algo más que dar vida; Él es la vida y, por tanto, la muerte no tiene ningún poder definitivo sobre Él. Jesús concede esta vida espiritual a los que creen en Él, para que compartan Su triunfo sobre la muerte (1 Juan 5:11-12). Los creyentes en Jesucristo experimentarán la resurrección porque, al tener la vida que Jesús da, es imposible que la muerte los derrote (1 Corintios 15:53-57).
La afligida Marta deseaba que Jesús hubiera llegado antes para poder sanar a su hermano. Y cuando Jesús habló de la resurrección, Marta supuso que hablaba de "la resurrección en el día postrero". En ambas afirmaciones, Marta revela que consideraba que el Tiempo era un obstáculo insuperable. En efecto, Marta decía: "Es demasiado tarde para ayudar a Lázaro (el tiempo ya pasó), así que ahora debemos esperar (dar más tiempo)".
Jesús demuestra que ni la Muerte ni el tiempo son un obstáculo para Él. Fuera de la tumba, "clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!" (Juan 11:43). Una cosa es afirmar ser la resurrección y la vida, pero Jesús lo demostró resucitando a Lázaro, que llevaba cuatro días muerto. En verdad, con Cristo, la muerte no es más que un "sueño" (1 Tesalonicenses 4:13). La muerte no domina a Aquel que es la Vida misma, ni la muerte domina a los que están en Él (1 Corintios 15:54-55). Porque Él vive, nosotros vivimos. Porque Él es la Vida, nosotros tenemos vida eternamente.
La afirmación de Jesús de que Él es la resurrección y la vida proporciona una perspectiva piadosa sobre varios asuntos espirituales. Marta creía que la resurrección es un acontecimiento; Jesús le mostró (y nos mostró) que la resurrección es una Persona. El conocimiento de Marta sobre la vida eterna era una idea abstracta; Jesús demostró que el conocimiento de la vida eterna es una relación personal. Marta pensaba que la victoria sobre la muerte era una expectativa futura; Jesús la corrige, mostrándole que la victoria es una realidad presente.
Después de presentarse como la resurrección y la vida, Jesús le hace a Marta una pregunta importantísima: "¿Crees esto?" (Juan 11:26). Que la respuesta de Marta sea también la nuestra: "Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo" (versículo 27).