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Pregunta: ¿Acaso los ángeles santos son perfectos o a veces le fallan a Dios?

Respuesta:
Las Escrituras contienen muchas historias de ángeles haciendo la obra de Dios. En la Biblia, los ángeles protegen a los creyentes (Salmo 91:11; Mateo 4:6), llevan mensajes a la humanidad (Mateo 1:20; Lucas 1:26–28; Daniel 9:20–21) y ayudan a juzgar la tierra (Mateo 13:39–49). Los ángeles alaban a Dios e interceden por los creyentes (Salmo 148:2; Mateo 18:10), pero no son omniscientes (Mateo 24:36). Se describen como seres poderosos que hacen la voluntad de Dios y obedecen Su palabra (Salmo 103:20). Sabemos que Dios es perfecto (Mateo 5:48) y que nada imperfecto puede morar en Su presencia. Como sabemos que los ángeles moran en Su presencia (Mateo 18:10), podemos suponer que los ángeles santos son verdaderamente perfectos. Jesús los llama "santos ángeles" por alguna razón (Lucas 9:26).

Hay dos pasajes en Job que parecen contradecir la idea de que los ángeles sean perfectos. El primero es Job 4:18 y el segundo es Job 15:15. Estos dos versículos forman parte de dos discursos diferentes de Elifaz, amigo de Job, quien está tratando de ayudar a Job a entender sus desgracias. Job era un hombre justo, un buen hombre que temía a Dios y vivía sin mancha (Job 1:1). Por lo tanto, las múltiples tragedias que sufrió parecían muy extrañas a las mentes religiosas de sus amigos, ya que razonaban que Dios recompensa lo bueno con cosas agradables y lo malo con cosas dolorosas. A partir de esa idea errónea, le dijeron a Job que su dolor y tragedia eran el resultado del pecado en su vida. Cuando Job defendió su inocencia, sus amigos dudaron de él.

Elifaz entonces da un paso adelante y argumenta contra la inocencia de Job, usando a los ángeles como prueba: "Dios no confía ni aún en Sus mismos siervos; Y a Sus ángeles atribuye errores. ¡Cuánto más a los que habitan en casas de barro...!" (Job 4:18–19 − NBLA). En otras palabras, si hasta los ángeles son encontrados culpables ante Dios, ¡ciertamente los seres humanos son incapaces de vivir inocentemente! En otro discurso a Job, Elifaz vuelve al mismo tema: "He aquí, en sus santos no confía, y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?" (Job 15:15–16).

Hay dos cosas que debemos tener en cuenta. Elifaz no era un portador de la verdad. De hecho, al final del libro de Job, cuando el Señor mismo se aparece, leemos esto: "el Señor dijo a Elifaz el temanita: Se ha encendido Mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job" (Job 42:7). Por eso es importante siempre saber quién habla en el libro de Job. Las palabras de Elifaz y de los otros dos amigos de Job no son confiables.

En segundo lugar, en los versículos anteriores a Job 4:18, vemos que Elifaz obtuvo su información de un espíritu que lo había visitado por la noche (Job 4:12–16). Este espíritu no se le apareció a Elifaz de la forma en que los ángeles santos se le aparecieron a Daniel, María o José. Los ángeles santos venían en la luz, anunciaban que sus mensajes eran de Dios, y les decían a los humanos que visitaban que no tuvieran miedo. En cambio, el espíritu que se le apareció a Elifaz, lo asustó, se escondió en la oscuridad, y le susurró al oído. Es seguro que el espíritu que se apareció a Elifaz era un demonio, un ángel caído que estaba expresando su propia amargura al ser acusado de un error por un Dios santo.

Estos dos pasajes en Job, aunque a primera vista pueden parecer contradecir la idea de los ángeles santos, no prueban la imperfección de los ángeles de Dios. En cambio, prueban la imperfección del hombre, que se engaña fácilmente y siempre debe pedir sabiduría a Dios en lugar de confiar en su propia inteligencia frágil (ver Proverbios 3:5-6; Santiago 1:5).

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