Pregunta: ¿Qué significa sembrar para el Espíritu (Gálatas 6:8)?
Respuesta:
Las Escrituras contienen numerosas referencias a la siembra y la cosecha, términos agrícolas bien comprendidos por la sociedad agraria a la que se dirigió la Biblia. Las referencias del Antiguo Testamento a la siembra y la cosecha están relacionadas sobre todo con la agricultura. Pero los términos adquieren una connotación espiritual en el Nuevo Testamento: "Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna" (Gálatas 6:8).
La siembra y la cosecha constituyen leyes inalterables del tiempo de la siembra y la cosecha. Sembrar es cultivar, como plantar semillas para que crezcan. El agricultor siempre cosechará el mismo tipo de planta o fruto que la semilla sembrada. Si esparcimos semillas de cerezo, crecerá un cerezo que producirá cerezas.
En Gálatas 5-6, Pablo se centra en la naturaleza de la vida cristiana. Subraya que la libertad en Cristo no es un estilo de vida caracterizado por la autocomplacencia y la satisfacción de nuestros propios deseos pecaminosos (Gálatas 5:13, 16, 19-21). La libertad del pecado solo es posible para los creyentes si siguen una nueva ley establecida por Cristo: la ley del amor (Gálatas 5:13-15). La verdadera libertad espiritual se expresa en el amor a Dios y a los demás (1 Pedro 2:16).
Pablo compara la vida cristiana con el cuidado del campo de un agricultor. Como creyentes, podemos sembrar semillas en uno de dos campos: la carne o el Espíritu. Al tomar decisiones, debemos darnos cuenta de que todo lo que hagamos será una inversión en la carne o en el Espíritu. El fruto que produzcamos dependerá del campo que elijamos sembrar y de lo que sembremos. Pablo alentó: "Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos" (Gálatas 6:9, NTV).
Sembrar para nuestra carne significa cultivar y desarrollar nuestros deseos pecaminosos. Sembramos para la carne alimentándola y consintiéndola para que crezca y produzca fruto: "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:19-21).
"Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos", escribe Pablo (Gálatas 5:24). Las semillas que sembramos están vinculadas a nuestros pensamientos y acciones. Pablo nos dice: "desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo" (Efesios 4:22-24, NTV). Algunos cristianos siembran para la carne todo el día -permitiendo que sus mentes habiten en resentimientos, pensamientos impuros y autocompasión- y luego se preguntan por qué no recogen una cosecha espiritual de justicia y vida santa.
Sembramos para el Espíritu cuando dejamos de permitir que nuestra naturaleza pecaminosa controle nuestra mente; una mente controlada por la carne "lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz" (Romanos 8:6, NTV). La forma de experimentar la libertad en Cristo, explica Pablo, consiste en "andar en el Espíritu" (Gálatas 5:16), "vivir por el Espíritu" y "andar por el Espíritu" (Gálatas 5:25) mediante un régimen diario guiado por el Espíritu y alimentado por el amor (Gálatas 5:18). Sembramos para el Espíritu cultivando y alimentando "el fruto del Espíritu", que es "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:22-23).
Una vida controlada por el Espíritu implica poner "la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2). Si solo pensamos en las preocupaciones de la vida aquí en la tierra, cosecharemos destrucción (Filipenses 3:19). Sembramos para el Espíritu cuando fijamos nuestros pensamientos "en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza" (Filipenses 4:8, NTV). Al sumergirnos en la Palabra de Dios, en comunión con otros creyentes, en alabanza, adoración y oración, sembramos para el Espíritu. Y el resultado de sembrar para el Espíritu es cosechar la abundante cosecha de la vida eterna.