Pregunta: ¿Qué es la sincronicidad? ¿Existen las coincidencias?
Respuesta:
La sincronicidad es la idea de que los acontecimientos pueden estar relacionados en significado o en propósito, sin estar vinculados por causa y efecto. Este uso de la palabra sincronicidad suele remontarse a la obra del psicólogo analítico Carl Jung. Cualquier caso de conexión percibida entre dos acontecimientos, sin que exista una causa común clara, se puede considerar un ejemplo de sincronicidad. No hay debate sobre si los seres humanos experimentan o no la sincronicidad; esos momentos son parte habitual de la vida. La controversia sobre la idea surge al determinar qué significan realmente tales acontecimientos, si es que significan algo.
He aquí algunos ejemplos de acontecimientos que podrían hacernos experimentar la sincronicidad:
- Pensar inesperadamente en un viejo amigo, y luego encontrarlo casualmente más tarde ese mismo día.
- Llamar a una persona por teléfono y descubrir que te está llamando exactamente a la misma hora.
- Pensar en una canción concreta momentos antes de que empiece a sonar en la radio.
- Soñar que tocas un instrumento musical, y luego ver ese mismo instrumento a la venta en una tienda.
- Encontrar sin querer un versículo de la Biblia que parece directamente relacionado con una lucha espiritual actual.
Como ocurre con cualquier intento de discernir el significado, es posible adoptar un enfoque innecesariamente extremo de la sincronicidad. Las posturas extremas que se detallan a continuación son prueba de dogmatismo, no de razón y, desde luego, no de sentido común.
Según el escéptico espiritual acérrimo, no puede haber conexión entre los acontecimientos a menos que estos tengan una causa común. Un escéptico así rechaza cualquier posible verdad tras los sentimientos de sincronicidad. La respuesta automática del escéptico a las coincidencias significativas es una apelación a la apofenia, la tendencia humana natural—y muy real—a formar patrones a partir de disposiciones esencialmente aleatorias. Si se llega a este extremo, se corre el riesgo de dejar a la persona sorda espiritualmente.
Según el espiritualista acérrimo, todos los acontecimientos están relacionados de algún modo. Tal persona asume una explicación sincrónica para todos los acontecimientos aparentemente relacionados y defiende cada coincidencia como una "señal", un "presagio" o algún otro mensaje del universo que requiere acción y atención. Llegar a este extremo corre el riesgo de convertir a una persona en supersticiosa.
La visión cristiana del mundo proporciona un enfoque más apropiado de la sincronicidad. Empieza por reconocer, según el cristianismo bíblico, que es totalmente posible que las coincidencias tengan realmente sentido. La cosmovisión cristiana enseña que Dios es el Creador del universo y que interactúa con esa creación, proporcionando una causa común (última) para todos los acontecimientos posibles. Es decir, Dios es capaz de causar cualquier cosa que experimentemos, por lo que es posible que, cuando experimentamos sincronicidad, Dios en realidad esté intentando decirnos algo.
Por otra parte, el cristianismo también reconoce que algunas coincidencias son exactamente eso: coincidencias. Aunque Dios es soberano sobre cada parte de Su creación, no todo lo que ocurre pretende ser un grandioso mensaje del cielo. El propio Cristo utilizó la expresión por casualidad al relatar la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:31). Los escépticos modernos suelen utilizar la palabra casualidad para referirse a "sin causa", pero Jesús no se refería a eso. Más bien, al igual que otros filósofos antiguos, Jesús utilizó el término casualidad para referirse a un momento en el que interactúan dos líneas separadas de causa y efecto.
En otras palabras, desde el punto de vista cristiano, todas las cosas suceden por una razón. Pero esa razón no es necesariamente un mensaje manifiesto de Dios. Esta es una de las razones por las que Dios nos pide que comparemos todo con la Palabra escrita (Hch 17:11; 1 Jn 4:1; 2 Tm 3:16; Hb 4:12) para que podamos confiar en algo más sólido que los sentimientos o las suposiciones a la hora de interpretar nuestras experiencias. La sincronicidad es un sentimiento común para todos, pero, como con cualquier otro sentimiento, debemos aplicar la sabiduría antes de actuar en base a él.