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Pregunta: ¿Qué es el sofisma? ¿Qué es un sofista? ¿Qué es la sofistería?

Respuesta:
Sofistería es una argumentación o razonamiento basado en la falsedad, el engaño o la redacción ingeniosa. Un sofisma es un argumento falaz, que suele basarse en un método ingenioso de engaño. Y un sofista es una persona que se dedica a la sofistería; es decir, es hábil para engañar a la gente mediante circunloquios, equívocos, ambigüedades, etc. Un sofista tiene formas astutas de presentar una afirmación plausible pero falsa.

Pedro advirtió contra los falsos maestros de la Iglesia que utilizarían la sofistería para estafar a los creyentes: "Llevados por la avaricia, inventarán mentiras ingeniosas para apoderarse del dinero de ustedes" (2 Pedro 2:3, NTV). Del mismo modo, Pablo advirtió de las personas divisivas cuyo objetivo es engañar: "por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18, NBLA).

Tomando su nombre de la palabra griega sophos, que significa "sabio o hábil", el sofismo se estableció como escuela filosófica de pensamiento antes del advenimiento de Sócrates. Al principio, sofisma podía referirse a cualquiera que demostrara una habilidad o conocimiento particular. Un experto alfarero y un consumado tintorero de telas podrían haber sido considerados sofistas en sus oficios; con el tiempo, sin embargo, los sofistas fueron conocidos como intelectuales ambulantes que destacaban en retórica, es decir, en el arte de la persuasión. Algunos sofistas, conocidos como "maestros de excelencia", sacaban provecho instruyendo a los hijos de los ricos; aun así, filósofos como Platón y Aristóteles tenían una mala opinión de los sofistas que, en su opinión, estaban más interesados en vencer a sus oponentes en los debates mediante el uso inteligente de la retórica que en apoyar sus creencias con pruebas objetivas. Esto ha dado lugar a la idea moderna de que los sofistas ganan las discusiones mediante el engaño.

La esencia de los sofismas es la creencia de que la verdad está en la mente de quien la contempla. En otras palabras, la verdad es lo que el creyente percibe que es. Los sofistas filosóficos justificaban su creencia en la naturaleza fluida de la verdad, insistiendo en que la única verdad conocible es la verdad subjetiva. Por tanto, en la mente de los antiguos sofistas, la verdad era lo que se pensaba que era. Para fomentar sus creencias en la naturaleza transitoria de la realidad, los sofistas se volvieron muy hábiles en el uso de la retórica persuasiva. Para reforzar su particular tipo de verdad, los sofistas recurrían a sus afiladas habilidades de comunicación.

El padre del sofismo fue el filósofo griego Protágoras, que proclamó: "El hombre es la medida de todas las cosas: de las cosas que son, que son, y de las cosas que no son, que no son" (ver Die Fragmente der Vorsokratiker, Diels, H., y Kranz, W., Weidmann, 1951-52, 80B1). La filosofía de la sofistería antigua lleva a las siguientes conclusiones:

- La opinión subjetiva tiene más valor que los hechos verificables.

- Como las personas tienen puntos de vista diferentes, la verdad se vuelve subjetiva y no objetiva.

- Como las culturas varían, la verdad varía según la educación y el entorno de cada uno.

- Para comprender lo que piensa una persona, hay que comprenderla.

- Ningún filósofo es capaz de hacer una afirmación absoluta sobre la naturaleza de la verdad. (Protágoras creía que los filósofos que le precedieron no hacían más que expresar sus opiniones subjetivas, pues nadie puede hablar con una autoridad absoluta).

- En última instancia, la argumentación estratégica puede cambiar la percepción de la verdad.

Calicles, otro filósofo de la escuela de la sofistería, negaba que la naturaleza implante un sentido del bien y del mal en los individuos; más bien, la verdad la establecen los poderosos, y el poder hace el bien. Así, la percepción de la verdad de un rico barón de la tierra prevalecería sobre los valores de un mendigo o un campesino. En última instancia, Calicles llegó a la conclusión de que el papel de los poderosos es gobernar a los débiles. Para ser justos, no todos los sofistas estaban de acuerdo con Calicles; por ejemplo, el filósofo Licofrón creía en la igualdad de todas las personas.

La sofistería, lejos de estar relegada al pasado antiguo, está viva y goza de buena salud en la cultura occidental, pues en el corazón del sofismo está el humanismo secular, la creencia de que el hombre no necesita someterse a ninguna forma de autoridad divina. Las creencias de Protágoras están muy de moda hoy en día, pero ¿cómo debe considerar el cristiano la sofistería?

Principio 1: La única verdad es la verdad del hombre.

Refutación: Toda verdad es la verdad de Dios (Juan 14:6; 17:17; Efesios 1:13). Robar está mal porque Dios dice que está mal. El adulterio está mal porque Dios dice que está mal, y ningún blanqueamiento retórico transformará el mal en bien.

Principio 2: La verdad está sujeta a cambios.

Refutación: La verdad es inmutable, es decir, no cambia según el pensamiento popular o el clima de opinión del momento (Salmo 119:142; Mateo 24:35).

Principio 3: El engaño deliberado e intencionado es un medio aceptable para avanzar en la propia percepción de la verdad. La habilidad en el uso de la retórica, y no la exactitud, las pruebas, la lógica o el razonamiento, es la base del sofisma.

Refutación: Una mentira, por elocuente que sea, sigue siendo una mentira. En cambio, la Palabra de Dios es pura (Salmo 12:6; 119:105; Proverbios 30:5).

Los antiguos sofistas y sus homólogos modernos son, en el mejor de los casos, propagadores de confusión y, en el peor, maestros del engaño deliberado e intencionado. Reconociendo que los falsos maestros podrían encontrar discípulos sin discernimiento entre los cristianos crédulos, el apóstol Pablo advirtió a los ancianos de la iglesia de Éfeso, diciendo: "Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre. Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre ustedes que no perdonarán el rebaño. También de entre ustedes mismos se levantarán algunos hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos" (Hechos 20: 28-30, NBLA).

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