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Pregunta: ¿Qué es el solipsismo?

Respuesta:
El solipsismo es la creencia de que todo lo que no sea la propia mente es de existencia incierta. Puede implicar cualquier cosa, desde el escepticismo sobre los propios sentidos y experiencias, hasta la creencia de que cualquier cosa fuera de la mente es inexistente. Como cualquier punto de vista filosófico abstracto, tiene miles de variedades y aplicaciones diferentes. Se han aplicado diversas versiones del solipsismo a visiones del mundo cristianas, ateas y panteístas, y a todo lo demás.

Desde un punto de vista directo, la Biblia no sugiere nada parecido al solipsismo. Se dice que Dios ha creado (Génesis 1:1; Juan 1:1-3), y que esta creación ha cambiado (Génesis 1:2-3) y volverá a cambiar (Apocalipsis 21:1-2). Se describe esta realidad como si tuviera partes distintas y diferenciadas (Génesis 1:4-7). Del mismo modo, los seres humanos estamos llamados a responder a nuestras experiencias como medio para realizar la voluntad de Dios (Romanos 1:20; Mateo 11:21-23). Una persona que sostenga puntos de vista solipsistas tiene que interpretar tales ideas de un modo sumamente metafórico, lo que no resulta natural en el texto. En los escritos de los primeros Padres de la Iglesia tampoco se insinúa tal visión de la realidad o de la Escritura.

Además, el solipsismo se debe distinguir del escepticismo general y de la comprobación de los hechos. La Biblia fomenta un escepticismo cauto (Hch 17:11), especialmente con respecto a las ideas espirituales (1 Jn 4:1). La simple conciencia de que somos falibles y de que necesitamos volver a comprobar nuestras experiencias no es solipsismo. El verdadero solipsismo, de hecho, no puede estar relacionado en absoluto con nuestras experiencias.

El solipsismo corrompe cualquier lógica o prueba que pudiera apoyar la realidad de la experiencia. Si nuestras experiencias son artificiales, imaginarias o falsas, entonces cualquier experiencia que nos pudiera llevar a creer en el solipsismo podría ser parte de la ilusión y, por tanto, poco fiable. Al mismo tiempo, cualquier experiencia que nos llevara a dudar del solipsismo se podría descartar por la misma razón. En consecuencia, el solipsismo no se demuestra ni se contradice con ninguna experiencia posible, lo que significa que el solipsismo como filosofía carece prácticamente de sentido. La idea es a la vez infalsificable e inverificable. Verdadera o falsa, no la podemos conocer ni refutar, por lo que no podemos tomar ninguna decisión significativa al respecto.

Esta es una de las razones por las que el solipsismo, y los argumentos que lo implican, se consideran generalmente callejones sin salida en las discusiones filosóficas. Es decir, introducir el solipsismo hace que la conversación carezca de sentido. En cuanto se argumenta que nuestras experiencias—a un nivel fundamental—no son fiables, quedamos incapacitados para saber nada. Eso no solo es contrario a cómo experimentamos la vida, sino que hace que toda razón y experiencia sean inútiles. El solipsismo encaja en la categoría de ideas que son interesantes pero en las que no merece la pena enfrascarse (Colosenses 2:8; Tito 3:9).

A algunas personas les molesta el solipsismo porque es un concepto del que es difícil desprenderse. Si no se puede confiar en nuestros propios sentidos y experiencias, ¿en qué quedan nuestras relaciones, nuestra ciencia o nuestra religión? La solución a esta angustia es darse cuenta de lo poco práctico que es el solipsismo. Es decir, la creencia en el solipsismo no se puede vivir realmente de ninguna manera significativa. Tampoco se puede demostrar ni refutar mediante ninguna experiencia o prueba posible. Para liberarse de la preocupación por el solipsismo, hay que darse cuenta de que es una pura abstracción sin aplicación práctica.

Una metáfora sencilla de estar atrapado en el pensamiento solipsista es la melodía infantil "La canción que nunca termina" (solo disponible en inglés), que tiene esta letra:

Esta es la canción que no termina,

Y sigue y sigue, mi amiga,

Alguien empezó a cantarla sin saber lo que era,

Y la seguirán cantando por siempre, solo porque...

(Traducción no oficial)

Si aceptas la afirmación de la canción (que tienes que seguir cantándola), estarás atrapado en el bucle para siempre, como dice la canción. Pero si alguien te pregunta por qué cantas constantemente, la única razón que podrías dar es: "¡porque lo dice la canción!" La solución es darse cuenta de que, aparte de la propia canción, no hay absolutamente ninguna razón por la que tengas que seguir cantando. No estabas obligado a empezar y no estás obligado a continuar, a menos que decidas arbitrariamente que debes obedecer la canción por alguna razón.

El solipsismo funciona de forma muy parecida en nuestras mentes. Si quisiéramos, podríamos considerar que todo lo que experimentamos es producto de nuestra imaginación, incluidas todas las señales que indiquen lo contrario. Pero tendríamos que hacer lo mismo con todas las señales que apuntan al solipsismo en primer lugar. Y, en cualquier caso, no tenemos razones tangibles para pensar que es cierto. Como en la canción infantil, es muy posible que nos quedemos colgados de la idea, pero no hay absolutamente nada que nos sugiera que lo hagamos, aparte de la propia idea.

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