Pregunta: "¿Cómo puedo superar el dolor de los abusos del pasado?"
Respuesta:
Antes de hablar del abuso, debemos definirlo. El abuso es el mal uso de algo que es bueno. El abuso de sustancias es el mal uso de medicamentos que, si se usan correctamente, pueden salvar y mejorar la vida. El abuso de poder es el mal uso de la autoridad que Dios ordenó (Romanos 13:1-2). El abuso de un ser humano significa que alguien no ha tratado a una persona de la manera en que Dios quiso que fuera tratada.
El abuso viene en muchas formas: verbal, emocional, espiritual, físico y sexual. El abuso durante la infancia es la forma más devastadora de abuso porque moldea la forma en que el niño ve el mundo desde ese momento. El abuso sexual en la infancia viola y distorsiona la sexualidad y la identidad de una persona. También es una traición a la confianza, ya que la mayoría de los abusos provienen de un adulto en el que el niño confiaba. El abuso afecta a la autoestima de la víctima y suele crear enormes barreras en las relaciones futuras.
Sin embargo, hay buenas noticias para las víctimas de abusos. Dios no nos ve tomando en cuenta el abuso. Ve lo que ha creado: personas creadas individualmente a imagen de Dios (Génesis 1:27). Está ansioso por restaurarnos al propósito para el que nos creó. Puesto que Dios nos diseñó, Él es el único que puede definirnos. Nada puede robar esa definición. Ningún abuso, pecado, error o tragedia es lo suficientemente fuerte como para anular lo que Dios ha declarado como verdadero. Tenemos la capacidad de desafiarle, rechazar Su oferta de restauración y alejarnos de Su regalo de vida eterna (Juan 3:16-18). Pero cuando permitimos que Él obre en nosotros, rindiéndonos a Aquel que mejor nos ama, la belleza puede surgir de las cenizas.
Superar los abusos del pasado es similar, en cierto modo, a superar una adicción. La recuperación implica una vida donde hay que mantener la integridad. No podemos borrar los recuerdos, pero podemos restarles poder cuando permitimos que Dios nos dé una nueva identidad. La verdadera sanidad del alma comienza con una relación genuina con Jesucristo. Él es el restaurador de las almas rotas (Salmo 23:3). Algunas víctimas de abuso tienen un miedo subconsciente a Dios. Lo ven como si fuera una persona enojada a la que no se puede complacer. Reconocer que esa perspectiva proviene del abuso, no de la verdad, una víctima puede reemplazar esa mentalidad desarrollando una amistad íntima con Jesús. Cuando permitimos que Su opinión sobre nosotros anule lo que el abuso nos dijo, estamos en el camino hacia la completa libertad.
Segunda de Corintios 5:17 dice que los que están "en Cristo" son nuevas criaturas. Las cosas viejas pasaron, y todas las cosas están siendo hechas nuevas. Las víctimas de abusos normalmente sienten que son mercancías dañadas, especialmente en casos de violación o abuso sexual. Las víctimas se sienten sucias y se imaginan que Dios también las ve así. Incluso pueden albergar un profundo odio hacia la visión más joven de sí mismas que permitió que se produjera ese tipo de abuso. No obstante, la Palabra de Dios dice que todos estamos rotos y sucios de alguna manera (Romanos 3:10, 23). Si la evaluación que Dios hace de nosotros dependiera de que estuviéramos sanos y presentables, nadie entraría en la lista. La salvación por medio de la fe en Cristo nos da un nuevo comienzo. Él toma todo ese abuso sobre sí mismo y paga por él. En cambio, nos da Su justicia, Su vida y Su nombre (2 Corintios 5:21; Isaías 53:3-7).
Los sobrevivientes del abuso se sienten desesperados cuando creen la mentira de que el abuso define su valor. Especialmente cuando el abuso fue constante durante toda la infancia, las víctimas crecen creyendo la opinión de Satanás sobre lo que valen y lo que les profetiza sobre su futuro. Se necesita tiempo para comprender que todo lo que han creído que era verdad sobre ellos mismos es falso. Este proceso se debe llevar a cabo con un consejero bíblico calificado. Un consejero sabio puede ayudar a la víctima a aceptar el gran daño que se hizo y aprender a verlo a la luz de la verdad de Dios. La víctima puede aprender a perdonar a los abusadores como Dios los ha perdonado (Efesios 4:32). El perdón libera a la víctima del daño y la vergüenza permanentes. Les permite aprender a amar y confiar de nuevo. Miles de sobrevivientes de abuso han encontrado esperanza y restauración entregándose a su nueva identidad y permitiendo que Jesús defina su futuro.
Sólo Dios puede tomar la desesperación del abuso pasado y transformarla en una plataforma para el ministerio futuro. Dios promete que todas las cosas, incluso los acontecimientos dolorosos del pasado, obrarán para el bien cuando le amamos y buscamos Su voluntad para nuestras vidas (Romanos 8:28). Invita a todas las víctimas a perder la condición de "víctimas" y a aprender a verse a sí mismas como "vestidas de fuerza y honor" (Proverbios 31:25). La sanidad comienza cuando presentamos todo a Dios y abandonamos la situación.