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La tanatología es el estudio de la muerte, del morir, y de los medios por los cuales los seres humanos afrontan la muerte. La palabra misma se deriva del término griego thanatos, que significa "muerte". Hoy en día, la tanatología involucra principalmente un enfoque forense en los mecanismos de la muerte, así como los aspectos psicológicos del proceso del duelo. Aunque el estudio de la muerte pueda parecer un tema extraño, es una parte importante para entender la biología y la medicina. La tanatología también es citada en debates sobre temas como el suicidio asistido, el aborto y los transplantes de órganos.
La tanatología no existió como una disciplina semi-formal hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Psicólogos, científicos y filósofos que luchaban por comprender las enormes cifras de muertos de la guerra comenzaron a organizar sus pensamientos en un estudio más estructurado. Este esfuerzo finalmente se convirtió en la tanatología moderna, concentrándose principalmente en los mecanismos biológicos de la muerte y los efectos psicológicos en los moribundos y sus supervivientes.
El modelo de Kübler-Ross, comúnmente conocido como "las cinco etapas del duelo", está relacionado con la tanatología en el sentido de que originalmente se refería a cómo los humanos responden a un diagnóstico terminal. Este ciclo de "negación, ira, negociación, depresión y aceptación" no necesariamente es aceptado como preciso por todos los tanatólogos modernos, pero probablemente es el producto más conocido de la tanatología en la cultura popular.
Las universidades modernas pueden ofrecer credenciales específicas en tanatología, enfocándose principalmente en el consejo de duelo y el duelo.
No es sorprendente que la Biblia toque los aspectos psicológicos del duelo y la muerte. El libro de Job es prácticamente una guía de lo que no se debe hacer al asesorar a una persona en duelo, ya que los amigos de Job insisten constantemente en que la calamidad que le sucedió es totalmente su culpa. Jesús demuestra su sensibilidad al sufrimiento humano en la tumba de Lázaro, donde llora a pesar de saber que está a punto de resucitar al hombre (Juan 11:34–36). Las Escrituras también mencionan la necesidad de aconsejar cuidadosamente a los que están de luto (2 Corintios 2:5–8). Se refieren al ayuno como un medio de expresar el duelo (1 Crónicas 10:11–12; 2 Samuel 1:11–12). Estos son sólo algunos ejemplos de las muchas veces que las Escrituras tratan con la respuesta humana a la muerte y al sufrimiento.
Gran parte del mensaje de la Biblia sobre la muerte es de consuelo (Mateo 5:4). La perspectiva cristiana sobre la tanatología es única en el sentido de que el cristianismo ofrece esperanza de relaciones restauradas después de la muerte. Según la Biblia, el sufrimiento no necesariamente es culpa nuestra (Juan 9:1–3), pero siempre puede resultar para bien, según los planes de Dios (Romanos 8:28). El mayor consuelo que Cristo ofrece a los moribundos o en duelo es la esperanza del cielo (1 Tesalonicenses 4:13) y el conocimiento de que lo que sucede está supervisado por un Dios compasivo (Mateo 10:29–31).