Respuesta:
La palabra terafines proviene de la palabra hebrea hatterapim que en la Biblia generalmente se refiere a ídolos domésticos o dioses familiares. Vemos esta palabra por primera vez en Génesis 31:19 cuando Raquel robó los ídolos domésticos de su padre mientras huía con su esposo y su familia de regreso a la tierra natal de Jacob. A lo largo de la Biblia, terafines se usa en conexión con la idolatría y el culto pagano.
Jueces 17 relata otro ejemplo del uso de terafines en los días cuando "en aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía" (versículo 6). Un hombre llamado Micaías tomó la plata de su madre, la convirtió en un ídolo, contrató a un levita para que fuera su sacerdote personal y luego declaró que el Señor debía estar complacido con su religión auto-definida (versículo 13).
Aunque los terafines a veces eran utilizados por los israelitas para representar al Señor Dios, aún eran ídolos. En los días antes de que se construyera el templo y después de que el templo había sido destruido, Israel a menudo recurrió a traer terafines a sus hogares, mientras pretendía que esos ídolos representaban a Dios. En su autoengaño, querían aferrarse a una forma de piedad (2 Timoteo 3:5) mientras desafiaban los mandamientos del Señor contra la creación de imágenes talladas (Levítico 26:1; Deuteronomio 5:8). Vemos una forma de adoración a los terafines en la cultura moderna cuando las personas reverencian objetos, fotos o estatuas como si esas cosas tuvieran poderes sobrenaturales. El objeto reverenciado o venerado puede ser un crucifijo o una pintura de Jesús, pero honrar representaciones físicas del Señor como si fueran Dios mismo es idolatría (ver 1 Reyes 14:9 e Isaías 37:19).
Desde los tiempos más antiguos, la humanidad ha querido un dios físico que pueda tocar y ver. Los dioses y diosas imaginarios de la antigua mitología son síntomas de este deseo carnal. El uso de terafines en la Biblia es una evidencia de que incluso aquellos que han interactuado con Yahvé pueden ser engañados por un pecaminoso anhelo de un objeto-dios que pueden poseer. Los ídolos que podemos sostener en nuestras manos nos parecen más manejables. Pensamos que podemos entender y controlar a un dios que podemos sostener. Pero los terafines no tienen poder, incluso si supuestamente representan al Señor (Zacarías 10:2). Dios es Espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad (Juan 4:24). Cualquier otro tipo de adoración es idolatría.
