Pregunta: "Testificando a los hindúes: ¿cuál es la clave?"
Respuesta:
El problema a la hora de testificar a un hindú es que se ve a sí mismo como un creyente. Cuando tratamos de testificar a un hindú, debemos recordar que estamos involucrados en una guerra espiritual que sólo se puede ganar con oraciones sinceras y enfocadas. Así que ese es el punto de partida. Oremos regularmente por la persona a la que estamos tratando de presentar a Cristo. Puesto que sus creencias sobre Dios y los seres humanos son diametralmente opuestas a lo que tratamos de presentar a partir de la Biblia, nuestras palabras con frecuencia transmiten un concepto totalmente diferente a su mente, y por lo tanto hay que tener mucho cuidado de que nos estemos comunicando con él correctamente. Para un hindú, la palabra Dios no comunica mucho porque, para él, todas las cosas, visibles e invisibles, son Dios o manifestaciones de Dios. Para él, dios es una fuerza imposible de conocer y misteriosa, y no una persona. Podríamos decir que el hindú llama un "dios" a la naturaleza. Por eso, empezar diciéndole a un hindú que Dios le ama no tiene mucho sentido, ¡ya que él mismo es una parte de dios!
Otra cosa que hay que recordar, cuando tratamos de llegar a los hindúes con el evangelio, es que la palabra cristiano es una palabra muy mal entendida por nuestros amigos hindúes. Para ellos, cristiano es sinónimo de "comedor de carne", y eso es algo odioso para ellos. La vaca es uno de sus dioses favoritos, y comer carne de vaca es una de las cosas más ofensivas que un hindú puede imaginar. Por lo tanto, al tratar de alcanzar a un hindú para Cristo, nunca te presentes como "cristiano". Más bien, puedes presentarte y decir: "Soy un discípulo de Cristo, y deseo presentarte a mi 'Gurú'". Así, tendrás una buena acogida, ya que la mayoría de los hindúes aceptan y veneran a Cristo como el "Gurú por excelencia".
Probablemente el mejor lugar para empezar es hablar de Jesús de Nazaret. Para un hindú, todos los avatares (encarnaciones de dios) son míticos y no históricos. Sin embargo, la Biblia presenta a Jesús como una persona histórica que vivió y murió en un tiempo y lugar concretos, y los historiadores lo confirman. Además, más que Su vida, hay que destacar la resurrección de Cristo, ya que no hay nada comparable en el pensamiento hindú. Así que debemos presentar a Cristo como una persona única de la historia, en realidad el propio Dios creador, que vino a resolver el problema del pecado de la humanidad. Su resurrección es la prueba de que realmente era Dios en forma humana.
Para un hindú, el pecado es un asunto serio. Cree en la transmigración del alma para poder saldar la deuda del pecado. De hecho, los Puranas (libros religiosos hindúes) dicen que una persona tiene que renacer millones de veces para pagar los karmas (acciones) negativos que ha cometido en una vida. Y no hay garantía de que en el siguiente nacimiento no haya ningún pecado. Así que, para un hindú, la moksha (salvación) es casi inalcanzable, aunque se esfuerce por conseguirla. La buena noticia que el hindú debe entender es que Cristo pagó la pena por nuestros pecados, una vez para siempre (Hebreos 7:27) y que la salvación es un regalo gratuito basado en la obra de Cristo (Efesios 2:8-9).
La Moksha (salvación) para un hindú es perderse en la "realidad última", perdiendo así la identidad para siempre al hacerse uno con la realidad última. No obstante, la Biblia habla de estar con un Dios personal durante toda la eternidad, disfrutando de Él para siempre. Esto es algo único en la fe bíblica, y hay que presentarlo como el camino propio de Dios para todos los hombres que elijan vivir para Él en la tierra, aquí y ahora. Así que cada persona tiene que decidir dónde pasará la eternidad. Al venir a Cristo, podemos recibir la salvación como un regalo gratuito por medio del arrepentimiento y por la fe en Su obra expiatoria. Que esa sea la porción de todos los hindúes, la mayoría de los cuales se esfuerzan por conseguir la moksha. Que el Señor les ayude a ver la verdad de la salvación sólo por la gracia, a través de la fe, únicamente en Cristo.