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Pregunta: ¿Cuál es el significado de que Jesús le dijera al hombre paralítico: "Levántate, toma tu lecho, y anda" (Juan 5:8)?

Respuesta:
El estanque de Betesda era conocido como un supuesto lugar de sanidad en el tiempo de Jesús. En este estanque, Jesús sanó a un hombre que había estado cojo durante treinta y ocho años. Al sanarlo, Jesús le dijo: "Levántate, toma tu lecho, y anda" (Juan 5:8). Este milagro revela que Jesús es el Sanador definitivo y que Él es más grande que cualquier regla, superstición y creencia hecha por el hombre.

El estanque de Betesda (que en arameo significa "Casa de Misericordia") era un estanque alimentado por un manantial justo al norte del templo. Cerca del agua "yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos" (Juan 5:3). Estas personas esperaban expectantes en el estanque porque creían que un ángel descendería al estanque y "agitaría el agua". Entonces, de acuerdo a la superstición, "el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese" (Juan 5:4). El hombre al que se le dijo "Levántate, toma tu lecho, y anda" era una de estas personas que confiaban en que el agua le iba a sanar. Lo que realmente necesitaba era a Jesús.

El día que Jesús visitó el estanque de Betesda, el inválido estaba allí, esperando que el ángel hiciera su trabajo mágico. El hombre no conocía a Jesús y pensó que el estanque era lo que necesitaba para ser sanado. Se quejó con Jesús de que no había "nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. Siempre alguien llega antes que yo" (Juan 5:7, NTV). Jesús eliminó toda superstición y falsa creencia con una sola orden: "Levántate, toma tu lecho, y anda" (Juan 5:8). El hombre se sanó al instante y "tomó su lecho, y anduvo" (versículo 9). El hombre nunca se mojó. No era el agua lo que el hombre necesitaba, sino a Jesús.

A través de esta tercera "señal" o milagro en el evangelio de Juan, Jesús demuestra que Él es el Sanador definitivo, no solo de enfermedades físicas, sino de nuestros corazones. Después de la sanidad, "le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor" (Juan 5:14). Jesús reveló que la sanidad física del hombre era secundaria a su necesidad de ser sanado espiritualmente. Aunque el pasaje no revela la conversión del hombre, sí enseña que Jesús mira no solo nuestras dolencias físicas, sino también nuestros corazones. Él es el único que nos puede proporcionar la sanidad espiritual que necesitamos. Si bien estar físicamente enfermo durante treinta y ocho años es difícil, una eternidad en el infierno es aún peor (ver Marcos 9:47).

El hecho de que Jesús le dijera al hombre: "Levántate, toma tu lecho, y anda" se convirtió en un problema para los líderes judíos porque la sanidad tuvo lugar en el día de reposo (Juan 5:9). El hecho de que un paralítico estuviera caminando no les importó; estaban furiosos. "Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo" (Juan 5:16). Las tradiciones de los fariseos prohibían llevar la estera o la camilla en el día de reposo. Por supuesto, Jesús no había violado la ley del día de reposo (ver Mateo 5:17). Era solo la interpretación farisaica y la adición a las leyes de Dios lo que se estaba quebrantando. La sanidad del hombre cojo expuso los corazones duros de los fariseos y reveló que Jesús es más grande que las leyes hechas por el hombre.

La orden de Jesús, "Levántate, toma tu lecho, y anda", y su resultado inmediato revelan que Él es más grande que cualquier superstición, folklore o regla hecha por el hombre. La fe en cualquier cosa que no sea Jesús está fuera de lugar y nos decepciona. Sin embargo, Jesús puede perdonar a cualquiera que acuda a Él en busca de salvación, esa es la sanidad definitiva que todos necesitamos.

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