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Pregunta: ¿Qué es la positividad tóxica?

Respuesta:
La positividad tóxica es una insistencia enfermiza en ver la vida desde una perspectiva positiva, independientemente de las circunstancias o emociones que esté experimentando una persona. La positividad tóxica va más allá del optimismo y el "pensamiento positivo"; crea una fachada de alegría y niega todas las emociones negativas. Conduce a una falsa proyección de esperanza y luminosidad.

Los estudios y la experiencia vital nos dicen que una actitud positiva es beneficiosa mental, física y emocionalmente, pero empujarnos a "ver siempre el lado positivo" es perjudicial. La positividad tóxica pasa por alto intencionadamente la realidad de las malas situaciones y no permite que las emociones reales se procesen de forma saludable. Cuando las emociones se entierran, se hacen más grandes, no más pequeñas (www.healthline.com/health/mental-health/toxic-positivity-during-the-pandemic, consultado el 27/12/21).

La positividad tóxica puede manifestarse en frases trilladas como "Podría ser peor", "Todo pasa por algo" o "Anímate". Puede hacer que evitemos compartir nuestro dolor con los demás o incluso que nos avergoncemos de sentirnos tristes o enfadados. La positividad tóxica se niega a afrontar las situaciones con honestidad y puede hacer que minimicemos el dolor de los demás.

Las Escrituras enseñan que no todo lo que sucede es bueno. Especialmente en los Salmos, también nos muestra que los seres humanos sienten una amplia variedad de emociones. Nuestro Creador mismo tiene emociones. Dios conoce el amor, la alegría, la ira, la compasión y la tristeza (Jeremías 31:3; Lucas 10:21; Mateo 21:12; Éxodo 33:19; Juan 11:35). Dios mismo no comparte la idea de que una positividad continua y forzada sea sana o normal.

También vemos en las Escrituras que Dios no condena las emociones más duras como la ira, la tristeza o el dolor. Estas emociones forman parte natural de la experiencia humana y, bien llevadas, no tienen nada de pecaminoso. Dios nos llama a llorar por el pecado (Mateo 5:4), a llorar por la desobediencia (2 Corintios 7:10), a temer la separación eterna de Dios (Mateo 10:28) y a enfadarnos por cosas como la injusticia (Isaías 1:17). En lugar de reprimir las emociones negativas, debemos "llorar con los que lloran" (Romanos 12:15).

Es esencial que los cristianos se tomen en serio el pecado y se aflijan por él (Mateo 9:47). No hay ningún giro positivo que pueda quitar los pecados de nosotros o de cualquier otra persona. El arrepentimiento requiere un corazón quebrantado por su propia pecaminosidad (2 Corintios 7:10). Nunca debemos permitir que alguien disminuya nuestra angustia por nuestros pecados.

Los salmos son un buen estudio de la emoción y la verdad. Varios salmistas relatan injusticias, circunstancias difíciles o un pasado duro, y expresan palabras honestas de dolor y necesidad; luego pasan a palabras de alabanza a Dios y a lo que Él es (por ejemplo, Salmos 51, 54, 55, 56). Por el contrario, el positivismo tóxico trata de eludir el proceso, pasando directamente a la "alabanza", saltándose el tratamiento honesto de las tragedias de la vida. El problema es que la "alabanza" basada en un falso optimismo va a ser de por sí falsa (ver Juan 4:24).

El positivismo tóxico niega la realidad de la propia situación, abraza la deshonestidad y suprime las emociones naturales que Dios mismo experimenta y para las que también nos creó. Nuestra perspectiva, aunque esperanzadora, debe estar informada por la verdad de la Biblia y basada en la realidad.

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