Respuesta:
La Vía Dolorosa, literalmente "el camino afligido", es la ruta tradicional en Jerusalén donde nuestro Señor viajó en el día de Su crucifixión desde la silla del juicio de Pilato, también llamado el pretorio (Mateo 27:2-26), hasta el lugar de la crucifixión en el Gólgota. Después de Su juicio llevado a cabo por Poncio Pilato, el Señor Jesús fue golpeado, burlado y escupido por los soldados romanos (Mateo 27:26-31). Luego, fue obligado a llevar Su propia cruz por las calles de Jerusalén hasta el Gólgota, donde fue crucificado (Mateo 27:32-50). La Vía Dolorosa ahora está señalada con catorce "estaciones de la cruz", en conmemoración de los 14 incidentes que supuestamente tuvieron lugar a lo largo del camino. Al menos cinco de estos incidentes no están registrados en la biblia, y más bien surgen de la tradición católico romana. De los que se mencionan en las escrituras, el lugar exacto de los acontecimientos a lo largo del camino, tales como la flagelación (Juan 19:1-3) y el llevar la cruz por parte de Simón de Cirene (Mateo 27:32), no se conocen.
La biblia no menciona específicamente la Vía Dolorosa. Todo lo que sabemos por las escrituras, es que Jesús cargó la cruz desde el pretorio hasta el lugar de la Calavera, donde fue crucificado. La ubicación de estos dos sitios no se sabe a ciencia cierta, pero dondequiera que estuvieran, el camino entre ellos era verdaderamente una ruta dolorosa. La flagelación y el dolor físico que el Señor Jesús sufrió, fue menor en comparación con el dolor causado por la verdadera carga que estaba llevando, es decir, el peso de los pecados de todos los creyentes. Él llevó nuestros pecados a la cruz donde pagó el castigo por todos ellos.
Mientras los cristianos contemplamos el recorrido de Cristo a la cruz, recordamos el precioso regalo de la salvación y el precio que el Señor Jesús pagó. "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5). Cuando pensamos en el dolor y la humillación que Él sufrió por nosotros, pagando un precio que nosotros nunca podríamos pagar, no podemos hacer otra cosa que alabarle, darle gracias y comprometernos a una vida de obediencia a Él.
