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Pregunta: ¿Qué significa que la voz de Jesús era como estruendo de muchas aguas (Apocalipsis 1:15)?

Respuesta:
El libro de Apocalipsis está lleno de símbolos y lenguaje figurado, como se demuestra en Apocalipsis 1:15, donde Juan emplea dos símiles: "y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas". En este versículo, encontramos una vívida representación de la voz de Jesús como el estruendo de muchas aguas. Juan, que ya conocía a Jesús encarnado, quedó profundamente consternado por esta sorprendente visión de Cristo, hasta el punto de que se postró a Sus pies (Apocalipsis 1:17).

La descripción que hace Juan de la voz de Jesús como semejante al "estruendo de muchas aguas" es paralela a la descripción de Dios en el Antiguo Testamento, y sirve para enfatizar la deidad del Hijo de Dios. Un buen ejemplo es Ezequiel 43:2, donde el profeta declara: "y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria". La imagen del estruendo de muchas aguas transmite una sensación de fuerza, resonancia y una innegable demanda de atención. El sonido de muchas aguas puede ser aturdidor; piensa en una gran cascada o en el rugido del océano al golpear una costa rocosa. La voz de Dios tiene una autoridad inherente que exige nuestra atención inquebrantable. Como Jesús es Dios, Su voz también tiene autoridad.

Desde el primer capítulo del Apocalipsis, se nos presenta la divinidad de Jesús y Su naturaleza autoritaria. En la cultura contemporánea, algunos podrían preferir ver a Jesús solo como un rabino, un profeta, o un sanador, pero no como el Señor. Sin embargo, el testimonio de las Escrituras, que constituye el registro más antiguo de la vida de Jesús, afirma que Jesús es más que un hombre. No podemos negar que la deidad de Cristo es un principio fundamental de la doctrina cristiana.

La autoridad del Hijo se corrobora adicionalmente en otras secciones de las Escrituras, incluyendo Efesios 1:22, que dice: "y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia". Los oyentes de Jesús se asombraron de la autoridad de Sus palabras (Mateo 7:28–29; Marcos 1:22), y Jesús mismo afirmó Su autoridad (Mateo 28:18; Juan 10:18). La voz de Jesús fue la que calmó la tormenta en el mar de Galilea, cuando "reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza" (Marcos 4:39). La voz como estruendo de muchas aguas calmó las aguas impetuosas.

Reflexionando sobre Jesús y Sus afirmaciones, C. S. Lewis popularizó lo que se conoce como el Trilema de Lewis: Mentiroso, Lunático o Señor en su libro Mero Cristianismo:

Estoy intentando con esto prevenir el que alguien diga esa majadería que a menudo se dice de El: "Estoy dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto Su pretensión de ser Dios". Eso es precisamente lo que no debemos decir. Un hombre que fuera simplemente un hombre y dijera la clase de cosas que Jesús decía, no sería un gran maestro moral. Sería ya sea un lunático -en el mismo nivel que el que dice que es un huevo escalfado-, o el Demonio del Infierno. Tienen que elegir: o este hombre era, y es, el Hijo de Dios; o un loco, o algo peor. Pueden encerrarlo como a un loco, pueden escupirlo y matarlo como a un demonio; o pueden caer a Sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no vengamos con tonterías condescendientes acerca de que El era un gran maestro humano. No nos dejó abierta esa posibilidad. No tenía ninguna intención de hacerlo.

Está claro que Jesús, según se revela en las Escrituras, no es un simple hombre. Nos enfrentamos a una decisión: o nos humillamos cuando escuchamos Su voz resonar como estruendo de muchas aguas, o elegimos ignorar Su voz y seguir nuestro propio camino.

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