Pregunta
¿Por qué necesitamos arrepentirnos y bautizarnos para el perdón de los pecados (Hechos 2:38)?
Respuesta
Hechos 2:38 dice lo siguiente: "Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo". Este versículo es importante, pues responde a la pregunta del versículo anterior: "Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37).
La citada interacción sobre el arrepentimiento y el bautismo ocurrió tras el discurso del apóstol Pedro el día de Pentecostés. Este día marcó el comienzo de la Iglesia cristiana, dirigida por el Espíritu Santo. Siguiendo las instrucciones de Jesús, los discípulos esperaron en Jerusalén y recibieron el don del Espíritu Santo, que se manifestó hablando en otras lenguas. Esto llamó la atención de los transeúntes, que oyeron a los discípulos hablar en idiomas diferentes. Por medio del Espíritu Santo, Pedro pronunció entonces un discurso que provocó la conversión de más de 3.000 personas (Hechos 2:41).
El arrepentimiento y el bautismo son conceptos centrales en el cristianismo, pero también han llegado a ser controvertidos, con opiniones divergentes sobre su significado. Antes de profundizar en el "por qué", es importante comprender lo que significa arrepentirse y ser bautizado para el perdón de los pecados.
La palabra griega para "arrepentirse" es metanoia, que transmite un cambio de opinión sobre algo. En el contexto del sermón de Pedro, el arrepentimiento implicaba un cambio de opinión sobre la persona de Jesús. Pedro acababa de confrontar a sus oyentes con la verdad de que "a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo" (Hechos 2:36). Los judíos de Jerusalén necesitaban un gran cambio de mentalidad: habían pensado que Jesús era digno de muerte; necesitaban verle como su Señor y Mesías. En la mayoría de los contextos actuales, el arrepentimiento implica un cambio de opinión sobre Jesús, el pecado y la salvación.
Antes de llegar a Cristo, nuestra perspectiva de todo era diferente. El pecado se consideraba normal, Cristo no era más que una figura histórica y la salvación era algo que había que ganarse con buenas acciones que sobrepasaran a las malas. En el momento de la convicción, nuestra mentalidad debe cambiar: debemos arrepentirnos. El pecado se revela como lo que realmente es: rebelión contra el Creador. También nos damos cuenta de que no podemos cumplir las normas perfectas de Dios y de que Cristo es nuestra única esperanza. Este cambio total de mentalidad debe traducirse inevitablemente en un cambio de conducta (Mateo 3:8).
La palabra "bautismo" es la palabra griega baptismos, que se refiere al acto de ser sumergido, zambullido o totalmente mojado. Las Escrituras registran dos formas de bautismo: el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu (Lucas 3:16). El contexto de Hechos 2:38 apunta al bautismo de agua, aunque, con la mención del "don del Espíritu Santo", también entra en juego el bautismo de Espíritu.
Los argumentos sobre la relación del bautismo de agua con la salvación pueden llegar a ser muy intensos. En primer lugar, debemos establecer que el bautismo es un mandamiento (Mateo 28:19-20). Sin embargo, debemos evitar hacer del bautismo en agua un requisito previo para la salvación. En el capítulo siguiente, Pedro predica otro sermón (Hechos 3:11-26). En él, ordena el arrepentimiento (versículo 19), pero nunca menciona el bautismo.
Nos salvamos por gracia mediante la fe, no por la fe, más el bautismo (Efesios 2:8-9). El bautismo es simbólico, pues representa exteriormente la transformación interior del Espíritu. Pedro lo ordenó en Hechos 2:38 como forma de identificarse públicamente con Jesús.
Pero, ¿qué quería decir Pedro al ordenar que la gente se bautizara "para" el perdón de los pecados? La palabra griega traducida "para" (eis) en Hechos 2:38 puede significar "a causa de" o "como resultado de". La palabra "para" en español puede tener un significado similar: el consejo de un médico de "tómate dos aspirinas para el dolor de cabeza" es una orden obvia de tomar las pastillas a causa del dolor de cabeza. Célebres eruditos griegos como A. T. Robertson y J. R. Mantey han afirmado que la preposición griega eis en Hechos 2:38 debe traducirse "a causa de" o "en vista de", no "con el fin de" o "con el propósito de".
La misma palabra griega (eis) se traduce "con" en Mateo 12:41 (NBLA):
Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con (eis) la predicación de Jonás; y miren, algo más grande que Jonás está aquí.
Se arrepintieron "a causa de" la predicación de Jonás. Del mismo modo, uno debe bautizarse "a causa" del perdón de los pecados.
Entonces, ¿por qué necesitamos arrepentirnos y bautizarnos para el perdón de los pecados? El arrepentimiento es un cambio de mentalidad necesario para la salvación, y el bautismo es un acto simbólico mediante el cual nos identificamos con Jesús. Ambas acciones demuestran nuestra fe en Cristo y nuestra voluntad de obedecerle.
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¿Por qué necesitamos arrepentirnos y bautizarnos para el perdón de los pecados (Hechos 2:38)?