Pregunta
¿Qué es un calebita?
Respuesta
En pocas palabras, un calebita en la Biblia es un descendiente de Caleb, el hijo de Jefone. El hecho de ser calebita lo convertía a uno en miembro de la tribu de Judá (ver Números 13:6).
Caleb era un hombre valiente y piadoso cuya gran fe en Dios lo llevó, junto con Josué, a animar a los israelitas temerosos a tomar posesión de la tierra de Canaán. Caleb y Josué se enfrentaron solos a una multitud de voces opuestas para reclamar lo que Dios les había prometido a todos (Números 13–14).
Nabal era el esposo de Abigail. Su nombre significa "necio" y, según 1 Samuel 25:3, él era un calebita; es decir, Nabal era de la casa y el linaje de Caleb. Debido a que la palabra hebrea traducida como "Caleb" también significa "perro", la Septuaginta tradujo la descripción de Nabal como "él era un hombre perruno". Esa descripción particular estaría de acuerdo con el resto del versículo 3, que dice que Nabal era "duro y de malas obras". Nabal se comportaba como un perro malhumorado, y sus palabras egoístas en 1 Samuel 25:10–11 lo demuestran. Uno de los criados de Nabal da este testimonio de él: "es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle" (versículo 17).
La historia de Nabal el calebita y su trato con David es triste. David y sus hombres estaban huyendo del rey Saúl. Habían sido amables con los sirvientes de Nabal en el desierto, y David (que también era de la tribu de Judá) pidió que Nabal les devolviera el favor dándoles algo de comida y otras provisiones (1 Samuel 25:7–8). Aunque Nabal era un hombre rico y tenía mucho que dar, rechazó la solicitud de David y le mostró mucho desprecio. Enojado por la grosería de Nabal, David estaba a punto de buscar venganza contra Nabal, destruyéndolo a él y todo lo que tenía (versículos 13, 21–22). Afortunadamente, la esposa de Nabal, Abigail, detuvo a David, trajo provisiones y se las presentó humildemente a David (versículos 18–19, 23–31). Su oportuna acción salvó a Nabal del desastre y a David de un acto impío. Cuando Abigail le contó a Nabal lo cerca que había estado de morir a manos de David por su maldad, "desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra" (versículo 37). Unos diez días después, el Señor lo hirió y murió (versículo 38).
El hecho de que Nabal fuera un calebita tiene lecciones para nosotros hoy. Por un lado, no hay garantía de que los hijos o descendientes sean piadosos si los padres o antepasados lo fueron. Si Nabal hubiera demostrado la misma fe y respeto por los que era conocido Caleb, su final habría sido muy diferente. Además, una gran riqueza no es un indicador de buen carácter o de las bendiciones de Dios. La Biblia nos advierte de la influencia corruptora del dinero (Proverbios 11:4, 28; Mateo 6:24; 1 Timoteo 6:10).
Otra lección que aprendemos de Nabal el calebita es que la maldad de uno puede traer desastre a todos los que lo rodean. Si no hubiera sido por la intervención de Abigail, David y sus 400 hombres se hubieran vengado de Nabal, destruyendo a toda su familia (1 Samuel 25:12-13, 21-22, 34).
Por último, la triste historia de Nabal nos enseña que, al final, es Dios quien se ocupa de los malvados. La venganza es Suya, no nuestra. La intervención piadosa de Abigail salvó a David de tener en su conciencia "motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo" (1 Samuel 25:31). Reaccionar con ira, como estaba haciendo David, es deshonrar a Dios, que es el único que tiene la potestad de vengarse del mal. "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor" (Romanos 12:19).
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