Pregunta
¿Qué significa que Jesús mismo es nuestra paz (Efesios 2:14)?
Respuesta
En Efesios 2:11-18, el apóstol Pablo explicó parte de la misión de paz de Cristo, concretamente, reconciliar y unir a judíos y gentiles en un solo pueblo, una comunidad unida de creyentes: el cuerpo de Cristo. Jesús "Él mismo es nuestra paz", declaró Pablo (Efesios 2:14, NBLA).
Durante siglos, el pueblo judío despreció a los gentiles. A causa de su relación de pacto con Dios, los judíos se consideraban superiores a los gentiles, una actitud que abrió una profunda brecha de hostilidad entre los dos grupos. Sin embargo, Jesucristo acabó con la antigua división y borró la distinción entre judíos y gentiles.
La mayoría de los cristianos de la iglesia de Éfeso eran de origen gentil. Pablo les escribió: "Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida" (Efesios 2:14-16, NTV).
En Cristo, todas las personas tienen la misma posición espiritual: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). Independientemente de nuestra raza, sexo o nacionalidad, todos somos salvos de la misma manera y, una vez salvos, somos "conciudadanos" y miembros de la casa de Dios (Efesios 2:19). Juntos en Jesucristo, "todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor" (Efesios 2:21).
Jesús mismo es nuestra paz, significa que, por gracia mediante la fe en Jesucristo, Dios hizo posible que todas las personas vivieran en paz unas con otras. También significa que los seres humanos pueden reconciliarse con Dios y experimentar la paz con Él: "Por lo tanto, ya que fuimos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros" (Romanos 5:1, NTV). La persona y la obra de Jesucristo son la última provisión de paz de Dios para la humanidad.
Antes de la salvación, el pecado nos separaba de Dios (Isaías 59:2; Romanos 3:23; Efesios 4:18). Pero cuando Jesús murió, pagó toda la pena por nuestros pecados. Fue "herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él" (Isaías 53:5; ver también Colosenses 1:20). Sólo mediante una relación con Cristo resucitado se puede alcanzar y mantener la paz con Dios.
Jesús mismo es nuestra paz, lo que significa que Su presencia es nuestra fuente de paz. Pablo llamó a Jesús "el mismo Señor de paz", que "os dé siempre paz en toda manera" (2 Tesalonicenses 3:16). El Señor dijo a Sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14:27).
Los profetas predijeron que Cristo vendría como el "Príncipe de Paz" (Isaías 9:6) que "hablará paz a las naciones" (Zacarías 9:10). Jesús cumplió las profecías y predicó "las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos [los gentiles], y a los que estaban cerca [los judíos]" (Efesios 2:17). En el momento del nacimiento de Cristo, los ángeles proclamaron: "¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2:14).
Jesús mismo es nuestra paz. En Él tenemos "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" para guardar nuestros corazones y mentes (Filipenses 4:7). Jesús vino a traer la paz a la tierra y llamó a Sus seguidores a continuar Su misión (Mateo 5:9). Lo hacemos compartiendo el Evangelio - "el evangelio de la paz por medio de Jesucristo" (Hechos 10:36)- y viviendo en paz unos con otros (Romanos 12:18; 14:19; Hebreos 12:14). Puesto que Jesús mismo es nuestra paz, podemos disfrutar de armonía y plenitud en nuestra relación con Dios y con los demás.
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