Pregunta
¿Qué significa que Jacob luche con Dios?
Respuesta
Génesis 32:22-32 narra la desconcertante historia de Jacob en un combate de lucha libre que dura toda la noche. Su oponente es un hombre que se refiere a sí mismo como "Dios" (versículo 28). Más tarde, Jacob también se refiere al hombre con el que luchaba como "Dios" (versículo 30).
Conocer la historia de Jacob es saber que su vida fue una lucha interminable. La familia de Jacob se caracterizaba por una hostilidad profundamente arraigada. Jacob era un estafador al que habían estafado, un mentiroso al que le habían mentido y un manipulador al que habían manipulado. En muchos sentidos, hacía honor a su nombre Jacob, que significa literalmente "el que toma por el calcañar" y conlleva el sentido de "el que sigue para suplantar o engañar".
Dios había prometido a Jacob que a través de él surgiría una gran nación por la que sería bendecido el mundo entero (Génesis 28:10-15). Aun así, Jacob era un hombre lleno de temores y ansiedades. Su hermano Esaú había jurado matarle. Su tío Labán le había engañado durante años. Sus dos esposas mantenían una relación de enemistad.
Después de huir de los malos tratos de Labán, Jacob y su familia acamparon en un lugar elegido para él por los ángeles (Génesis 32:1-2). Desde allí envió mensajeros con un regalo a su hermano Esaú, del que estaba distanciado, y volvieron con la noticia de que Esaú estaba en camino con 400 hombres (Génesis 32:3-6). Temiendo lo peor, Jacob dividió a su familia y sus rebaños para que, en caso de que un grupo cayera víctima de los hombres de Esaú, el otro pudiera escapar. Jacob oró pidiendo la ayuda del Señor y luego envió por delante varias caravanas con abundantes regalos, con la esperanza de apaciguar a Esaú. Finalmente, Jacob envió a sus mujeres e hijos al otro lado del río Jaboc con el resto de sus posesiones (Génesis 32:22-23).
Solo en el desierto, Jacob pasó la noche más agitada. Un extraño visitó a Jacob, y lucharon durante toda la noche hasta el amanecer, momento en que el extraño dejó lisiado a Jacob de un golpe en la cadera. Aun así, Jacob resistió. Debía de saber que había algo sobrenatural en aquel desconocido, porque le exigió una bendición (Génesis 32:26). Después, el desconocido dio a Jacob un nuevo nombre: Israel, que probablemente significa "el que lucha con Dios" (Génesis 32:28).
El desconocido dio la razón del nuevo nombre de Jacob: "porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido" (Génesis 32:28). Jacob pregunta por el nombre del desconocido, pero el hombre se niega a dárselo: Jacob sabía con quién había luchado. Y entonces Jacob recibe lo que quería: una bendición (Génesis 32:29). Jacob cojeó durante el resto de su vida, pero "vio a Dios cara a cara" (Génesis 32:30) y recibió la bendición de Dios. En su debilidad, era fuerte.
A la mañana siguiente, la bendición de Dios a Jacob era evidente. Esaú, el hermano al que Jacob había temido, le recibió con regocijo (Génesis 33 ).
En la cultura occidental, e incluso en nuestras iglesias, celebramos la riqueza, el poder, la fortaleza, la confianza, el prestigio y la victoria. Evitamos la debilidad, el fracaso y la duda. Aunque sabemos que la vida conlleva cierta vulnerabilidad, miedo y desánimo, tendemos a considerarlos signos de fracaso o incluso de falta de fe. Sin embargo, también sabemos que, en la vida real, el optimismo ingenuo y los brillantes elogios del glamour y el éxito son una receta para el descontento y la desesperación. Tarde o temprano, el frío y duro realismo de la vida nos alcanza a la mayoría de nosotros. La historia de Jacob nos devuelve a la realidad.
Frederick Buechner caracterizó el encuentro divino de Jacob en el río Jaboc como la "magnífica derrota del alma humana a manos de Dios" (The Magnificent Defeat, HarperOne, 1985, p. 18). En la historia de Jacob podemos reconocer fácilmente nuestros propios elementos de lucha: miedo, oscuridad, soledad, vulnerabilidad, vacío, agotamiento y dolor.
Incluso el apóstol Pablo experimentó desánimo y miedo: "en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores" (2 Corintios 7:5). Pero, en realidad, Dios no quiere dejarnos con nuestras pruebas, nuestros miedos, nuestras batallas en la vida. Lo que llegamos a aprender en nuestros conflictos es que Dios nos ofrece el correspondiente don divino. Él viene a nosotros y se nos manifiesta en nuestras luchas. A través de Él podemos recibir el poder de la conversión y la transformación, los dones de la libertad, la resistencia, la fe y el valor.
Al final, Jacob hace lo que todos debemos hacer. En su debilidad y miedo, se enfrenta a Dios. Jacob estaba separado de todos los demás y de sus posesiones mundanas, y es entonces cuando lucha toda la noche por lo que es verdaderamente importante. Fue una lucha agotadora que le dejó lisiado. Sólo cuando luchó con Dios y cesó en su lucha, comprendiendo que no podía seguir sin Él, recibió la bendición de Dios (Génesis 32:29).
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¿Qué significa que Jacob luche con Dios?