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Pregunta

¿Fue Jesús grosero con María cuando se refirió a ella como "mujer" en Juan 2:4?

Respuesta


En Juan 2, María, Jesús y algunos de los discípulos asisten a una boda. En Juan 2:3, María le dice a Jesús que el anfitrión se ha quedado sin vino. Es evidente que María quiere que Jesús haga algo especial para arreglar la situación; hasta entonces no había hecho ningún milagro (Juan 2:11), y María pensó sin duda que ya era hora de que mostrara quién era. La respuesta de Jesús, en español moderno, a algunas personas les parece brusca, incluso descortés o grosera. Él responde: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora". Lo que nos parece más grosero es que Jesús se dirija a su madre como "Mujer".

Uno de los problemas al traducir de un idioma a otro es que ciertas frases tienen significados que no se traducen fácilmente. Las expresiones que no significan exactamente lo que dicen a menudo se denominan "modismos", y pueden causar confusión en la traducción. Por ejemplo, en español tenemos modismos como "estar entre la espada y la pared", que significa estar en una situación difícil sin una salida clara. Esto podría resultar confuso si se traduce literalmente. Del mismo modo, expresiones como "no hay que hacer leña del árbol caído" o "dar en el clavo" pueden tener significados distintos según el contexto; si alguien grita "¡no hay que hacer leña del árbol caído!", generalmente estamos tratando de evitar más problemas en una situación complicada. Un hablante nativo de español entiende estos modismos de manera instintiva, pero para traducirlos, tendríamos que elegir palabras que no son sinónimos. Por ejemplo, "estar en la cuerda floja" podría significar estar en una situación precaria y no se puede traducir directamente sin perder su sentido.

Lo que Jesús dice a Su madre en Juan 2:4 suena casi grosero en español. Sin embargo, en el idioma original y en aquella cultura, María no habría interpretado así las palabras de Jesús. El término mujer se utilizaba como nosotros usamos el término "señora". Al dirigirse así a María, Jesús se distancia un poco de su madre -estaba ejerciendo Su independencia respecto a los deseos de ella-, pero en ningún caso era una forma grosera de hablar. Jesús utiliza cariñosamente la misma palabra desde la cruz cuando le dice a María que la confía al cuidado de Juan (Juan 19:26).

La pregunta que Jesús hace a Su madre tampoco es grosera. Puede sonar grosera en la RVR: "¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Juan 2:4), no obstante, era un modismo común. En griego, la pregunta de Jesús es "¿Ti emoi kai soi?". La frase se utilizaba para preguntar por la conexión entre dos personas. La pregunta podría traducirse como "¿Qué asuntos tenemos el uno con el otro?". O, en términos menos formales, "¿Qué tiene que ver esto conmigo?", o "¿eso qué tiene que ver conmigo?" (NVI). Una vez más, Jesús está expresando el hecho de que es independiente de Su madre; por muy ansiosa que estuviera María por ver a Jesús hacer un milagro, no tenía derecho a determinar el momento o la forma en que Jesús revelaba públicamente Su gloria. Sin embargo, Jesús expone su punto de vista con suavidad y sin ser grosero.

Jesús concluye Su declaración a María con: "Aún no ha venido mi hora". La referencia a Su "hora" o "tiempo", significa que Jesús trabajaba constantemente según un calendario divino. Por tanto, no iba a revelar Su poder antes de lo que Dios Padre pretendía (ver Juan 5:30). Uno de los puntos que Jesús expuso en Su tentación en el desierto fue que existe algo así como hacer lo correcto por razones equivocadas (Mateo 4:1-10). Es decir, sería incorrecto realizar un milagro si el momento y el lugar no están de acuerdo con la voluntad de Dios.

Jesús actuó, realizando Su primer milagro. Convirtió el agua en vino, pero lo hizo de forma muy sutil y discreta. Solo los sirvientes, María y unos pocos discípulos supieron lo que había hecho. El milagro era para presentar a los discípulos Su capacidad, no para alardear o hacer público Su poder (ver Juan 2:11).

Así pues, Jesús no está siendo grosero ni despectivo en Juan 2:4. Está señalando cortésmente que Él sigue los tiempos de Dios, no los de María; y que este no es Su momento para revelarse públicamente. Quizá se haya perdido parte del tono respetuoso en la traducción, pero Jesús no estaba siendo grosero.

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