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Pregunta

¿Qué significa que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8)?

Respuesta


Hebreos 13:8 dice: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". Nuestro Dios es inmutable; es decir, no cambia.

En Hebreos 13, el escritor anima a los lectores a comportarse de un modo que refleje el reconocimiento de la superioridad de Jesucristo. El escritor ya ha desafiado a los lectores a que fijen sus ojos en Jesús y corran la carrera con perseverancia (Hebreos 12:1-2). Mientras los creyentes fijen sus ojos en Él, podrán correr sin desfallecer (Hebreos 12:3). Los creyentes pueden sentirse alentados porque Él nunca les abandonará ni les dejará (Hebreos 13:5 ), y los creyentes deben imitar los ejemplos de quienes han tenido fe en Él (Hebreos 13:6). Ahora bien, todo este aliento y dirección sólo son útiles si es verdad que Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Si Dios cambia arbitrariamente de carácter, ¿cómo podemos confiar en que hará lo que ha dicho? Si no podemos confiar en que Él hará lo que ha dicho, entonces no podemos tener confianza ni certeza, y es imposible correr la carrera con resistencia.

Hebreos 13:8 nos da la maravillosa seguridad de que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Esta afirmación nos ayuda a mirar hacia atrás y hacia delante para que podamos saber que Él es fiable hoy y que las cosas que ha dicho son creíbles. Jesús no era un predicador de moda que alcanzó popularidad y luego se desvaneció en el olvido. Jesús siempre había existido como Dios (Juan 1:1; 8:58), vino en la carne como hombre para pagar el precio que la humanidad debía a Dios por el pecado (Filipenses 2:5-8; 1 Corintios 15:1-4), y está en el cielo obrando e intercediendo hasta que vuelva a por Su pueblo para llevárselo a casa (Juan 14:1-3; Romanos 8:34). Un día regresará en gloria para que todos lo vean (Colosenses 3:4), reinará como Rey y vivirá con la humanidad para siempre (Apocalipsis 22). Ha tenido un plan coherente desde el principio y lo ha ejecutado fielmente, cumpliendo siempre Su palabra y siendo siempre completamente digno de confianza. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

El escritor del Salmo 102 comunica maravillosamente que Dios existió siempre (Salmo 102:24), que creó los cielos y la tierra (Salmo 102:25) y que, aunque la creación cambia (Salmo 102:26), Dios no (Salmo 102:27). A causa de esas verdades universales, el escritor puede confiar en que Dios cumplirá Sus promesas (Salmo 102:28). Como dijo una vez Samuel: "Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta" (1 Samuel 15:29). Incluso cuando el Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad, se hizo hombre, no mintió ni se arrepintió de lo que había dicho. Jesús permaneció fiel a Su palabra, incluso dando ejemplo de que el medio para resistir la tentación y la prueba es aferrarse a la Palabra de Dios (Mateo 4:1-11). Esto es una prueba más de que Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Incluso en los pasajes de las Escrituras en los que leemos que Dios "se arrepintió", esos casos no reflejan un cambio de carácter o una re-escritura de las promesas. Normalmente, se refieren a condiciones que cambiaron. En Génesis 6:6-7 Dios se entristeció por en lo que se había convertido la humanidad y, aunque juzgaría a la humanidad mediante el diluvio, no violaría Su promesa de redención y la humanidad subsistiría. En Éxodo 32:10 Dios pone a prueba a Moisés, diciendo que Dios destruiría a Israel y empezaría de nuevo con Moisés. Moisés recordó que Dios había prometido obrar a través de un linaje concreto y que no podía "empezar de nuevo" con Moisés y seguir cumpliendo Su palabra. Cuando Moisés apeló a Dios para que "cambiara de opinión", Dios lo hizo. Fue una lección clave en la vida de Moisés, que Dios cumple Su palabra. En Jeremías 26:13 Dios "se arrepentiría" de juzgar a Israel porque su juicio sería completo. En Amós 7:2-6, Amós ve visiones en las que Dios estaba a punto de destruir a Israel, pero Dios "se arrepintió" cuando Amós intercedió. Esto fue una lección para Amós de que Dios cumple Su palabra y no permitiría que Israel fuera completamente destruido. Estos son algunos ejemplos de cómo Dios utiliza herramientas de enseñanza y de que "se arrepiente" sólo de acuerdo con lo que ya se ha comprometido a hacer.

Siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos, Jesucristo es inmutable y no cambia. Ningún pecado, angustia o complicación hará que Él nos abandone. Su amor es constante y "tan fuerte como la muerte" (Cantares 8:6). Por eso podemos confiar plenamente en que "el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará" (Filipenses 1:6).

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