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Pregunta

¿Qué significa que María guardaba estas cosas en su corazón (Lucas 2:19)?

Respuesta


Después que los pastores visitaron a María, José y el niño Jesús en Belén, estaban ansiosos por compartir su historia: un encuentro con ángeles, la gloria de Dios iluminando los campos, el anuncio impactante de los ángeles sobre el nacimiento de un Salvador, el niño en un pesebre. Todos los que oyeron su tremenda noticia quedaron asombrados. Sin embargo, las Escrituras dicen que la madre de Jesús, María, "guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lucas 2:18-19).

¿Por qué María respondió de forma diferente? Las buenas noticias de los pastores eran realmente sorprendentes, pero no eran sorprendentes ni inesperadas para María. Ella había recibido una visita angélica más de nueve meses antes (Lucas 1:26-33) y, sin duda, había pasado incontables horas contemplando las implicaciones de aquel encuentro. Consciente ya de que su hijo tenía que cumplir un destino que cambiaría el mundo, María había estado esperando ansiosamente este momento.

En el griego original, la palabra traducida "guardar" en Lucas 2:19 significa "conservar conocimientos o recuerdos (como para un uso posterior)". La experiencia de María con los pastores confirmó lo que ya sabía sobre la importancia de su Hijo. Gabriel había afirmado que María daría a luz al Mesías prometido de Israel, el Hijo del Dios Altísimo. María había conservado mentalmente ese conocimiento anterior y había meditado sobre su realidad en su corazón durante todo el embarazo. Ahora recogía más recuerdos atesorados para almacenarlos y considerarlos para el futuro.

Las palabras "meditándolas en su corazón" indican que María no comprendía plenamente todo lo que estaba experimentando y aprendiendo sobre su Hijo. Sabía que Él tenía un llamado divino, pero ¿cómo podía imaginar con absoluta claridad lo que eso implicaría? "Todas estas cosas" incorpora no solo el encuentro inmediato con los pastores, sino todo lo que había sucedido desde la predicción del nacimiento de Juan el Bautista hasta el nacimiento de Jesús (Lucas 1:5-2:19).

En la infancia, a medida que la presencia de Dios llenaba Su vida, Jesús "crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él" (Lucas 2:40, ver también el versículo 52). Un día de Pascua, cuando Jesús tenía doce años, los padres de Jesús emprendieron el viaje de vuelta a casa, dejando atrás a Jesús sin darse cuenta. Al darse cuenta de que Jesús había desaparecido, María y José volvieron a Jerusalén y lo encontraron en los atrios del templo, plenamente involucrado en un diálogo bíblico con los maestros religiosos. Todos los que presenciaron el intercambio quedaron asombrados por la sabiduría y la inteligencia de Jesús (Lucas 2:41-47). Pero, una vez más, la reacción de María fue diferente. Ella "guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lucas 2:51).

María no comprendería todas las revelaciones a lo largo de la extraordinaria vida de su Hijo (Lucas 2:48-49). Sin embargo, almacenó un tesoro de recuerdos, cada uno de los cuales confirmaba la promesa de Gabriel de que "la palabra de Dios nunca dejará de cumplirse" (Lucas 1:37, NTV). Algunos comentaristas bíblicos creen que María pudo haber conservado unas memorias escritas y haberlas compartido con escritores del Nuevo Testamento como Lucas, Juan y Pablo. María «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» podría ser el reconocimiento indirecto de Lucas sobre la fuente.

La observación de Lucas también sugiere la profundidad del carácter de María. Era tranquila, pacífica y espiritualmente receptiva. María reflexionaba profundamente sobre los acontecimientos de su vida. Aunque probablemente era la que mejor conocía la experiencia de los pastores, guardó silencio sobre sus pensamientos y sentimientos. María era solo una adolescente, pero se había revestido de "la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios" (1 Pedro 3:4, NTV). Su fe era profunda y fuerte, guardaba los secretos de Dios y esperaba con gracia que se cumplieran. Los misterios divinos que se entrecruzaron en la historia de María iban más allá de la comprensión natural, pero ella los conservó como sus tesoros más preciados.

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