Respuesta:
El 11 de septiembre de 2001, Dios estaba exactamente donde siempre está: en el cielo, en total control de todo lo que sucede en el universo. ¿Por qué, entonces, un Dios bueno y amoroso permitiría que ocurriera tal tragedia? Esta es una pregunta difícil de responder. En primer lugar, debemos recordar: "Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:9). Es imposible para los seres humanos finitos entender los caminos de un Dios infinito (Romanos 11:33-35). En segundo lugar, debemos darnos cuenta de que Dios no es responsable de los actos malvados de los hombres malvados. La Biblia nos dice que la humanidad es desesperadamente malvada y pecadora (Romanos 3:10-18, 23). Dios permite a los seres humanos cometer pecado por Sus propias razones y para cumplir Sus propios propósitos. A veces pensamos que entendemos por qué Dios está haciendo algo, solo para descubrir más adelante que era para un propósito diferente al que originalmente pensábamos.
Dios mira las cosas desde una perspectiva eterna. Nosotros vemos las cosas desde una perspectiva terrenal. ¿Por qué Dios puso al hombre en la tierra, sabiendo que Adán y Eva pecarían y, por lo tanto, traerían el mal, la muerte y el sufrimiento a toda la humanidad? ¿Por qué no simplemente nos creó a todos y nos dejó en el cielo donde seríamos perfectos y sin sufrimiento? Hay que recordar que el propósito de toda la creación y de todas las criaturas es glorificar a Dios. Dios es glorificado cuando Su naturaleza y atributos son exhibidos. Si no existiera el pecado, Dios no tendría la oportunidad de mostrar Su justicia e ira al castigar el pecado. Tampoco tendría la oportunidad de mostrar Su gracia, misericordia, y amor a las criaturas que no lo merecen. La mayor muestra de la gracia de Dios fue en la Cruz, donde Jesús murió por nuestros pecados. Aquí se mostraron la abnegación y la obediencia de Su Hijo, que no conocía el pecado, pero fue hecho "pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). Todo esto fue para la "alabanza de su gloria" (Efesios 1:14).
Al pensar en el 11 de septiembre, tendemos a olvidar los miles de milagros que ocurrieron ese día. Cientos de personas pudieron huir de los edificios justo a tiempo. Un pequeño grupo de bomberos y un ciudadano sobrevivieron en un pequeño espacio en una escalera mientras una de las torres se derrumbaba a su alrededor. Que los pasajeros del Vuelo 93 derrotaran a los terroristas fue un milagro en sí mismo. Sí, el 11 de septiembre fue un día terrible. El pecado mostró su fealdad y causó gran devastación. Sin embargo, Dios sigue en control. Su soberanía nunca debe ser cuestionada. ¿Podría Dios haber evitado lo que pasó el 11 de septiembre? Por supuesto que podía, pero eligió permitir que los eventos sucedieran exactamente como lo hicieron. Evitó que aquel día fuera tan malo como podría haber sido. Desde el 11 de septiembre, ¿cuántas vidas han cambiado para mejor? ¿Cuántas personas han puesto su fe en Cristo para la salvación como resultado de lo que pasó? Las palabras de Romanos 8:28 deberían estar siempre en nuestras mentes cuando pensamos en el 11-S: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".