Respuesta:
La audacia es el valor de actuar o hablar sin miedo, a pesar de los peligros tanto reales como imaginarios. Cuando una persona actúa audazmente, lo hace sin tener en cuenta los riesgos. Una mamá de baja estatura le arrebatará con valentía la mano a su hijo a un desconocido de dos metros. Un hombre puede enfrentarse con valentía a un jefe autoritario, sabiendo que lo podrían despedir por hacerlo. No hay que confundir la audacia con la temeridad o la agresividad. Sin embargo, es parecida a la asertividad en el sentido de que permite que alguien haga o diga lo que es necesario, a pesar de que pueda haber un resultado negativo.
La audacia fue una de las primeras características que el Espíritu Santo impartió cuando vino a morar en los creyentes después que Jesús ascendió al cielo. Los seguidores de Jesús se habían escondido por miedo a las autoridades judías, orando y animándose unos a otros. Luego el Espíritu Santo vino sobre ellos, y aquellos discípulos que antes estaban aterrorizados se convirtieron en predicadores audaces (Hechos 2). Poco después, cuando los discípulos se enfrentaron a la persecución de las autoridades, oraron para tener valor (Hechos 4:29). Su oración fue respondida, y fueron llenos del Espíritu Santo y "hablaron la palabra con denuedo" (Hechos 4:31). Dios nos da audacia cuando nuestra meta es la de obedecer y glorificarle a Él.
La audacia espiritual puede parecer terca o extrovertida, pero en realidad la persona audaz puede sentir un gran temor. Esta audacia proviene del Espíritu Santo, el cual impulsa a la persona a decir la verdad en amor, aun cuando no sea bien recibida. La audacia sana se puede comparar con la de una mujer a la que le aterrorizan las serpientes, pero que ve una en el portón de su casa. Está asustada, pero no la deja escapar porque es peligrosa. La persigue con una pala y la mata, a pesar de que ella misma tiembla intensamente de miedo. No sería correcto afirmar que esta mujer le gusta la confrontación. Por el contrario, su audacia para matar a la serpiente se debe a la determinación de hacer lo correcto para proteger a su familia, independientemente del miedo. La audacia espiritual busca la verdad, se esfuerza por destruir la mentira y el error, y dice lo que es correcto sin importar lo aterradora que pueda ser esa acción.
La audacia del mundo, por el contrario, puede llegar a ser prepotente o conflictiva. Disfruta de la aprobación popular y con frecuencia ignora la precaución o la sensibilidad. Las palabras incrédulas "¿En qué estabas pensando?" son las que se escuchan después de actuar con audacia. No debemos ser audaces haciendo el mal, aceptando retos o traspasando los límites simplemente para demostrar que podemos hacerlo. La audacia sin discernimiento puede provocar palabras insensatas y un comportamiento arriesgado. Con frecuencia, el libro de Proverbios relaciona la audacia precipitada con la insensatez. Proverbios 13:16 dice: "Todo hombre prudente procede con sabiduría; mas el necio manifestará necedad". Los necios son muy ciegos a su propio error y se jactan descaradamente de él. Son audaces al proclamar sus puntos de vista equivocados y aún más audaces al ejecutarlos. La audacia de un tonto resulta tan apropiada como las joyas para un cerdo (ver Proverbios 11:22).
Proverbios 28:1 dice: "Huye el impío sin que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un león". Los justos son audaces porque saben que Dios está a su favor y que lo que tienen que decir es importante (Hebreos 13:6). Cuando el apóstol Pablo estaba en la cárcel, escribió a las iglesias pidiendo oración para que fuera lo suficientemente audaz como para seguir proclamando el evangelio (Efesios 6:19). La audacia según Dios está motivada por la pasión por Cristo y Su verdad. Casi nunca es egocéntrica pues requiere que dejemos de lado nuestro deseo natural de comodidad y popularidad. El que Pablo hablara con audacia probablemente significaría más persecución. Esteban habló con audacia y se convirtió en el primer mártir cristiano (Hechos 6:8-10, 7:1-2, 54-58).
Como seguidores de Cristo, debemos orar como lo hizo Pablo para que el Señor nos conceda audacia sobrenatural para hablar y vivir como Él quiere que lo hagamos. En esta época de gran engaño y resistencia a la verdad, necesitamos la audacia más que nunca. La audacia, junto con el amor y la humildad (1 Corintios 13:4-8; 1 Pedro 5:6), es como una luz en la oscuridad (Mateo 5:14). Cuando estamos convencidos de que nuestro mensaje es vivificante y eterno, podemos hablar con audacia, sabiendo que Dios lo usará para impactar nuestro mundo (Isaías 55:10-11).