Respuesta:
El apóstol Pedro resume la enseñanza bíblica sobre el respeto en su primera epístola: "Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey" (1 Pedro 2:17). Este pasaje abarca cuatro áreas principales de nuestra vida, enseñándonos que, como seguidores de Cristo, debemos respetar a todas las personas, a otros cristianos, a Dios y a las autoridades gubernamentales. La palabra respeto es una traducción de la palabra griega timesate, que significa "honor o valor". Literalmente significa "poner un gran valor o un alto precio a algo". Curiosamente, hoy en día acostumbramos a poner nuestros valores en nuestros derechos personales y en la igualdad del hombre. Sin embargo, el respeto bíblico es muy diferente, ya que se trata más bien de una percepción de desigualdad en la que reconocemos que algunas cosas y algunas personas son más importantes que nosotros (comparar con Filipenses 2:3).
Para respetar a todo el mundo, los creyentes deben ser conscientes de que Dios ha creado a todas las personas a Su imagen, independientemente de que crean o no en Cristo. Debemos mostrarles el debido respeto y honor porque sus almas tienen más valor que todas las riquezas del mundo (Lucas 10:33-34; 1 Corintios 10:33).
Amar a la comunidad de creyentes significa amar a todos los creyentes, sin importar su color, nacionalidad, opiniones o creencias. Debemos demostrar al mundo que amamos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. El apóstol Juan escribió sobre este principio varias veces. Citando a Jesús, escribe: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:34-35; cf. 15:12; 1 Juan 3:23).
La palabra temor es una traducción de la palabra griega phobeisthe, que significa "temor, miedo y respeto". La palabra también implica que nuestro temor a Él nos lleva a la obediencia total (Levítico 18:4; Salmo 119:67; Juan 14:15). Aunque debemos honrar al rey, debemos "temer" a Dios (comparar Deuteronomio 10:12; Isaías 8:13). La conclusión es que sólo debemos "temer" a Dios, en el sentido de tener un respeto reverencial.
Honramos y respetamos a nuestras autoridades gobernantes porque existen por la propia voluntad de Dios (Romanos 13:1-7). Este respeto debe darse independientemente de que estemos o no de acuerdo con ellos. Los que están en la autoridad son instrumentos de Dios para llevar a cabo el propósito de gobernar y son dignos del respeto que Dios ordena. Cuando obedecemos los principios de este pasaje, damos credibilidad genuina a nuestra fe. Como creyentes, debemos honrar a nuestras autoridades gobernantes y reconocer sus derechos como tales. Pero no debemos dar al gobierno aquellos derechos que sólo pertenecen a Dios (Lucas 20:25).
Los cristianos debemos ser un pueblo de orden y disciplina, de rectitud y justicia. Debemos ser ejemplos prácticos de amor y paz para que podamos ganar a otros para Cristo y salvarlos para la eternidad (Mateo 5:14-16). Parte de vivir como ejemplos de Cristo ante el mundo que nos observa es mostrar respeto a los demás.