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Pregunta: ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: "Yo soy el buen Pastor"?

Respuesta:
"Yo soy el buen pastor" (Juan 10:11) es la cuarta de las siete declaraciones “Yo soy” de Jesús registradas únicamente en el Evangelio de Juan. Estos "Yo soy" señalan su identidad y propósito divinos y únicos. Inmediatamente después de declarar que Él es "la puerta" en Juan 10:7, Jesús declara "Yo soy el buen pastor". Se describe a sí mismo no sólo como "el pastor", sino como el "buen pastor". ¿Qué significa esto?

Hay que entender que Jesús es "el" buen pastor, no simplemente "un" buen pastor, como pueden ser otros, sino que es único en carácter (Salmo 23; Zacarías 13:7; Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25; 1 Pedro 5:4). La palabra griega kalos, que se traduce como "buen", describe lo que es noble, sano, bueno y hermoso, en contraste con lo que es malvado, mezquino, sucio y antipático. No solo significa lo que es bueno por dentro -el carácter-, sino también lo que es atractivo por fuera. Es una bondad innata. Por lo tanto, al usar la frase "el buen pastor", Jesús se está refiriendo a Su bondad inherente, Su rectitud y Su hermosura. Como pastor de las ovejas, Él es quien protege, guía y nutre a Su rebaño.

Como hizo al declarar que Él es "la puerta de las ovejas" en Juan 10:7, Jesús establece un contraste entre Él y los líderes religiosos, los fariseos (Juan 10:12-13). Los compara con un "asalariado" que realmente no se preocupa por las ovejas. En Juan 10:9, Jesús habla de ladrones y salteadores que trataban de entrar sigilosamente en el redil de las ovejas. En ese pasaje se contrasta a los líderes judíos (fariseos) con Cristo, que es la Puerta. Aquí, en Juan 10:12, el asalariado es contrastado con el verdadero o fiel pastor que voluntariamente da su vida por las ovejas. El asalariado trabaja por un salario, que es su principal preocupación. Su interés no son las ovejas, sino él mismo. Curiosamente, los pastores de la antigüedad no solían ser los dueños del rebaño. Sin embargo, se esperaba que ejercieran el mismo cuidado y preocupación que los propietarios. Esta era la característica de un verdadero pastor. Sin embargo, algunos asalariados solo pensaban en sí mismos. Como resultado, cuando aparecía un lobo -la amenaza más común para las ovejas en aquella época- el asalariado abandonaba el rebaño y huía, dejando que las ovejas se dispersaran o murieran (Juan 10:12-13).

En primer lugar, para comprender mejor la función del pastor en tiempos de Jesús, es útil saber que las ovejas están completamente indefensas y dependen totalmente del pastor. Las ovejas están siempre expuestas al peligro y deben estar siempre bajo la atenta mirada del pastor mientras pastan. Las paredes de agua que se precipitan por los valles a causa de fuertes lluvias repentinas pueden arrastrarlas, los ladrones pueden robarlas y los lobos pueden atacar al rebaño. David cuenta que, siendo pastor, mató a un león y a un oso cuando defendía el rebaño de su padre (1 Samuel 17:36). La nieve torrencial en invierno, el polvo enceguecedor y las arenas ardientes en verano, las largas y solitarias horas diarias... todo esto es lo que el pastor soporta pacientemente por el bienestar del rebaño. De hecho, los pastores se veían sometidos con frecuencia a graves peligros, a veces incluso dando la vida por proteger a sus ovejas.

Del mismo modo, Jesús dio Su vida en la cruz como "el Buen Pastor" por los suyos. Aquel que salvaría a los demás, aunque tenía el poder, no eligió salvarse a sí mismo. "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:28). Mediante Su sacrificio voluntario, el Señor hizo posible la salvación para todos los que acuden a Él con fe. Al proclamar que Él es el Buen Pastor, Jesús habla de "dar" Su vida por Sus ovejas (Juan 10:15, 17-18).

La muerte de Jesús fue divinamente designada. Solo a través de Él recibimos la salvación. "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10:14). Además, Jesús deja claro que no entregó Su vida solo por los judíos, sino también por las "otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Juan 10:16). Las "otras ovejas" se refieren claramente a los gentiles. Por tanto, Jesús es el Buen Pastor sobre todos, tanto judíos como gentiles, que vienen a creer en Él (Juan 3:16).

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