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Pregunta: ¿Qué quiso decir Pablo cuando afirmó "cada día muero" en 1 Corintios 15:31?

Respuesta:
Primera de Corintios 15:31 dice: "Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero". Otras versiones bíblicas redactan la última frase de esta manera: "Todos los días enfrento la muerte" (NTV) y "Todos los días estoy en peligro de muerte" (TLA).

El capítulo 15 de 1 Corintios es una firme defensa de la doctrina de la resurrección. En el versículo 14 Pablo escribe: "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe". Luego, los versículos 30-32 señalan que Pablo y sus colaboradores se enfrentan a la muerte y al sufrimiento todos los días por predicar sobre la resurrección. Si la resurrección fuera falsa o un engaño, entonces estarían malgastando sus vidas. ¿Por qué debería "morir cada día", si su mensaje es una mentira?

Pablo expresa un pensamiento similar en Romanos 8:36: "Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero" (cf. Salmo 44:22). Aquí, como en 1 Corintios 15:31, Pablo hace referencia a la persecución constante que sufrieron él y sus compañeros.

"Cada día muero" hace eco del mandamiento de Jesús a los que quieren seguirle: "Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lucas 9:23, NBLA). La mención de una cruz por parte de un rabino judío habría resultado chocante para los judíos del siglo I. La cruz era un instrumento de tortura introducido por los romanos para aterrorizar a quienes hablaran contra el César. La cruz era una humillación pública que siempre representaba la muerte. Por eso, cuando Jesús dijo que para seguirle debíamos llevar una cruz, quería decir que algo debía morir antes de que pudiéramos vivir. Debemos morir a nosotros mismos, a nuestros derechos y a nuestro deseo de ser nuestro propio jefe. Debemos morir a diario.

Pablo veía su vida como una muerte diaria a sí mismo. Así lo expresó a los ancianos de la iglesia de Éfeso: "Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24, NBLA). Este morir a sí mismo capacitó a Pablo para afrontar sufrimientos inimaginables y muchas persecuciones por causa del Evangelio.

Cuando Pablo dijo: "Cada día muero", recordó a la Iglesia que se enfrentaba a la posibilidad de morir cada vez que entraba en una nueva sinagoga y proclamaba a Cristo a quienes no lo querían escuchar (Hch 17:2-5; 18:4). En 2 Corintios 11:24-28, Pablo enumera algunos de los peligros que había afrontado y que lo amenazaban de muerte, pero no se dejó intimidar. Hechos 14:19-21 relata que apedrearon a Pablo y lo dieron por muerto. Pero sobrevivió milagrosamente, se levantó, se sacudió y fue a la siguiente ciudad a predicar. No temía la muerte física porque ya se consideraba "crucificado con Cristo" (Gálatas 2:20).

Pablo escribió muchas veces sobre morir al pecado (Romanos 6:11), a la carne (Romanos 8:13; Gálatas 5:24) y al yo (Gálatas 2:20). Vivía lo que predicaba e instaba a los creyentes de todo el mundo a que lo imitaran como él imitaba a Cristo (1 Corintios 11:1; 4:16). Fue capaz de influir en incontables millones de personas para el reino de Dios porque se negó a distraerse o a dejarse consumir por intereses terrenales. Ni siquiera la muerte lo asustó, por lo que no pudo ser amenazado para dejar de obedecer a Jesús (Filipenses 1:20-23).

Nosotros también podemos decir: "Cada día muero". Pablo estaba totalmente entregado a Dios, y nosotros también podemos estarlo. El pecado, la carne y este mundo competirán continuamente por nuestra atención y exigirán nuestra participación. Pero cuando morimos diariamente, nos consideramos incapaces de responder a esas tentaciones. Un muerto no tiene agendas ni derechos personales. No está tentado a pecar porque está muerto a todo lo que le rodea. "Ustedes han muerto con Cristo, y él los ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo" (Colosenses 2:20, NTV).

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