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Pregunta: ¿Qué significa que Dios es el Señor de retribuciones (Jeremías 51:56, NBLA)?

Respuesta:
Dios es soberano sobre todas las personas y poderes de la tierra. En el Antiguo Testamento, las naciones paganas se levantaron y juzgaron al pueblo de Dios, pero, en última instancia, Dios tenía el control. Babilonia dominaba la escena en la época de Jeremías, pero esta superpotencia mundial era un enemigo principal de Dios y, por lo tanto, el Señor pronunció Su juicio sobre esa nación en Jeremías 50:1-51:64.

Jeremías trae buenas noticias a los israelitas cautivos. Una vez que Dios terminara de usar a Babilonia para Su propósito, vendría contra el orgulloso imperio para castigarla y destruirla:

"Porque viene contra ella, contra Babilonia, el destructor,

Sus valientes serán apresados,

Quebrados están sus arcos;

Porque Dios es el Señor de retribuciones,

Ciertamente dará la paga" (Jeremías 51:56, NBLA).

El sustantivo hebreo que se traduce aquí como "retribución" significa "una recompensa o castigo (ya sea tangible o intangible) basado en lo que alguien merece". Debido a sus pecados, Dios permitió que Su pueblo escogido fuera llevado cautivo a Babilonia. Pero cuando se hubieran humillado y arrepentido, regresarían a Jerusalén y renovarían su relación de pacto con el Señor. Los hijos dispersos de Israel serían reunidos de nuevo en su patria. El Señor perdonaría sus pecados y restauraría sus bendiciones. Llegaría el momento de que Babilonia recibiera lo que se merecía: llegaría el día del juicio final del Señor. El Dios de la retribución derribaría a Babilonia y la dejaría en ruinas.

El profeta Isaías pronunció un mensaje similar respecto a los asirios después de que maltrataran y oprimieran al pueblo de Dios: "como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa" (Isaías 59:18).

Como creyentes, podemos confiar en que Dios castigará a los que merecen castigo y recompensará a los que merecen recompensa. El apóstol Pablo explicó que Dios "juzgará a cada uno según lo que haya hecho. Dará vida eterna a los que siguen haciendo el bien, pues de esa manera demuestran que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad que Dios ofrece; pero derramará su ira y enojo sobre los que viven para sí mismos, los que se niegan a obedecer la verdad y, en cambio, viven entregados a la maldad. Habrá aflicción y angustia para todos los que siguen haciendo lo malo, para los judíos primero y también para los gentiles; pero habrá gloria, honra y paz de parte de Dios para todos los que hacen lo bueno, para los judíos primero y también para los gentiles. Pues Dios no muestra favoritismo" (Romanos 2:6-11, NTV; ver también Deuteronomio 7:9-10; Lucas 14:14; Jeremías 25:14; Isaías 13:11).

Los exiliados judíos clamaron al Señor, sintiéndose deshonrados e insultados por lo que les habían hecho los babilonios (Jeremías 51:51). Como cristianos podemos orar y pedir al Dios de la retribución que haga caer Su juicio sobre quienes lo merecen. Sin embargo, no debemos encargarnos nosotros mismos de devolver "mal por mal" (Romanos 12:17). Las Escrituras nos aconsejan esperar pacientemente a que el Dios de la retribución actúe: "No digas: "Yo pagaré mal por mal"; Espera en el Señor, y Él te salvará"(Proverbios 20:22, NBLA; ver también Proverbios 24:29; Levítico 19:18; Hebreos 10:30). Pablo exhortó: "Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: "Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen", dice el Señor" (Romanos 12:19. NTV).

En su Sermón del Monte, Jesús enseñó que la venganza personal no tiene cabida en el reino de Dios: "Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses" (Mateo 5:38-42).

A su debido tiempo, Dios cumplirá Su propósito soberano en nuestras vidas, en los asuntos nacionales y en la historia de la humanidad. Cuando el pueblo de Dios camina en desobediencia, el Dios de la retribución sabe cómo humillarlo y hacerlo volver al arrepentimiento. Del mismo modo, cuando los enemigos de Dios obran el mal y la injusticia contra el pueblo del Señor, el Dios de la retribución promete pagarles el salario que merecen en Su tiempo y a Su manera.

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