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Pregunta: ¿Cuál es la historia de Elías y la viuda de Sarepta?

Respuesta:
Primera de Reyes 17 presenta al profeta Elías y cuenta su relación con una viuda de Sarepta. El capítulo menciona que el Señor no dejaba llover sobre Israel (versículo 1). La sequía era un juicio por la idolatría desenfrenada de la nación, dirigida por la pareja real de Acab y Jezabel. En el versículo 8, el Señor ordenó a Elías que fuera a Sarepta, una ciudad fuera de Israel, donde una viuda le daría de comer. Él obedeció y encontró a una mujer recogiendo leña. Le dijo: "Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba", y "que me traigas también un bocado de pan en tu mano" (versículos 10-11).

La viuda, sin embargo, estaba muy necesitada. Respondió: "Vive el Señor tu Dios, que no tengo pan, solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija y estoy recogiendo unos trozos de leña para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que comamos y muramos" (versículo 12, NBLA). Ella esperaba que la comida que estaba a punto de preparar fuera la última para su familia. No tenía otra perspectiva que morir de hambre.

La respuesta de Elías fue sin duda una prueba para su fe. Le dijo que, de todos modos, debía preparar algo de comida para él, utilizando los últimos ingredientes que le quedaban. Y añadió una promesa: "Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "No se acabará la harina en la tinaja ni se agotará el aceite en la vasija, hasta el día en que el Señor mande lluvia sobre la superficie de la tierra"" (1 Reyes 17:14, NBLA). La fe de la viuda se manifestó en su obediencia. Y Dios fue fiel a Su promesa: "ella, él y la casa de ella comieron por muchos días. La harina de la tinaja no se acabó ni se agotó el aceite de la vasija, conforme a la palabra que el Señor había hablado por medio de Elías" (versículos 15-16, NBLA). La provisión de alimentos de la viuda se prolongó sobrenaturalmente, como se había prometido.

Elías permaneció allí algún tiempo, viviendo en un aposento alto de la casa de la viuda. Más tarde, el hijo de la mujer murió de una enfermedad y, en su ira y dolor, ella culpó a Elías por su muerte; supuso que Dios la estaba juzgando por su pecado (1 Reyes 17:17-18). Pero Elías clamó a Dios "Oh Señor, Dios mío, te ruego que el alma de este niño vuelva a él" (versículo 21, NBLA), y el niño recobró la vida. Al ver esto, la mujer dijo: "Ahora conozco que tú eres hombre de Dios, y que la palabra del Señor en tu boca es verdad" (versículo 24, NBLA).

Este relato también se menciona en el Nuevo Testamento. Al principio de su ministerio, Jesús estaba hablando en la sinagoga de su ciudad natal, Nazaret. Les dijo: "Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón" (Lucas 4:25-26). Lo que Jesús quiere decir es que ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Así como Elías encontró más fe fuera de Israel que dentro de él, Jesús encontró poca fe en el hogar de Su infancia. Como para demostrar Su argumento, la gente de Nazaret se enfureció e intentó arrojar a Jesús por un precipicio (Lucas 4:29).

El relato de Elías y la viuda de Sarepta nos ofrece muchas enseñanzas. En primer lugar, Dios a menudo utiliza personas y fuentes improbables para cumplir Sus propósitos. En segundo lugar, la misericordia de Dios se extiende a todas las personas, tanto judíos como gentiles, y la viuda de Sidón fue bendecida por su fe (ver Hechos 10:34-35). En tercer lugar, Dios exige fe (Hebreos 11:6). El milagro de la viuda solo se produjo después de que ella preparara una comida para Elías, un acto de fe sincera por su parte.

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