Pregunta: ¿Cómo aprendieron los filisteos que las cosas no suceden por casualidad (1 Samuel 6:9)?
Respuesta:
Los filisteos se hicieron enemigos de Israel, y libraron muchas batallas contra el pueblo de Dios. En una instancia, pensaron que habían logrado una gran victoria sobre Israel, pero los filisteos aprenderían por las malas que las cosas no suceden por casualidad (1 Samuel 6).
Casi al final de la época de los jueces, los filisteos y los israelitas volvieron a luchar. Después de una derrota a manos de los filisteos, los líderes de Israel decidieron influir en la próxima batalla llevando el arca del pacto al campamento (1 Samuel 4:3–6). Los líderes la trataron como una especie de amuleto de buena suerte. Inicialmente, el arca supuso una ventaja psicológica para los israelitas, pero los filisteos ganaron la batalla y se llevaron el arca (1 Samuel 4:10–11).
Para celebrar su victoria, los filisteos pusieron el arca del pacto en la casa de su dios Dagón, pero el ídolo seguía cayendo de cara ante el arca (1 Samuel 5:3–5). Trasladaron el arca de la casa de Dagón a varias ciudades, y en cada ciudad donde iba el arca, la gente sufría enfermedades y tumores (1 Samuel 5:6–12). Después de siete meses, los líderes de los filisteos se dieron cuenta de que había que hacer algo, así que pidieron consejo a los sacerdotes y adivinos (1 Samuel 6:2). Recomendaron poner dentro del arca algunas ofrendas por el pecado y dar gloria a Dios (1 Samuel 6:3–8). Los filisteos empezaban a aprender que las cosas no suceden por casualidad.
Los sacerdotes y adivinos filisteos explicaron que debían observar el arca mientras era llevada en un carro tirado por dos vacas para ver qué camino tomaría. Si el arca viajaba por su propio territorio a través de Bet-semes, entonces los filisteos sabrían que era Dios quien había afligido a los filisteos. Si, por el contrario, el arca tomaba un camino diferente, entonces sabrían que Dios no había hecho esto, y que toda la desgracia les había ocurrido por casualidad (1 Samuel 6:9). Los filisteos siguieron la palabra de sus sacerdotes (1 Samuel 6:10–12) y observaron cómo el arca iba directamente a Bet-semes (1 Samuel 6:13–14). Las vacas, que habían sido separadas de sus terneros, "se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían camino recto, andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda" (1 Samuel 6:12). Los gobernantes de los filisteos ahora podían estar seguros de que la destrucción de la imagen de Dagón y la plaga que sufrieron los filisteos no fueron casualidades. Esos eventos habían sido orquestados por el único Dios verdadero. Los filisteos aprendieron que las cosas no suceden por casualidad.
Cuando el arca fue devuelta, todo el pueblo de Israel clamó a Dios (1 Samuel 7:2). Volvieron al Señor (1 Samuel 7:3–4) y confesaron su pecado ante Dios (1 Samuel 7:6). Los filisteos atacaron de nuevo, pero esta vez Dios obtuvo la victoria para Israel (1 Samuel 7:10). Puede que los filisteos aprendieran que las cosas no suceden por casualidad y que el único Dios verdadero tiene el control, pero olvidaron esa lección rápidamente.
Además de proporcionar datos históricos importantes, estos eventos pueden servirnos como una advertencia. Nos alertan a aprender bien que las cosas no suceden por casualidad. Dios es el Creador soberano y tiene la autoridad y poder sobre Su creación. Los filisteos olvidaron recordar eso y se pusieron en contra del pueblo que Dios había escogido. Como resultado, los filisteos sufrieron difíciles consecuencias. Habría sido mucho mejor para ellos si hubieran recordado la lección que aprendieron cuando el arca tomó el camino a Bet-semes—que las cosas no suceden por casualidad.