Pregunta: ¿Qué significa que Jesús amó a los suyos hasta el fin (Juan 13:1)?
Respuesta:
Un tema de los escritos del apóstol Juan es el amor de Dios ejemplificado en la vida y el ministerio de Jesucristo. Cuando Juan introduce la escena en la que Jesús lava humildemente los pies de los discípulos, pone de relieve todo el alcance del amor de Cristo: "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Juan 13:1).
Juan subraya que Jesús amó a los suyos hasta el fin. "Los suyos" eran los discípulos. El Señor compartió una cena de despedida privada y profundamente íntima con Sus compañeros más cercanos. Sabía que era inminente la hora de Su muerte y de Su partida de este mundo, y quería transmitirles un mensaje -una lección- que les acompañara para siempre. La lección comenzó con el humilde acto de lavarles los pies, pero eso fue solo el principio.
En el griego original, la frase traducida como "hasta el fin" significa "hasta el extremo; hasta el límite; hasta lo sumo". Jesús demostraría todo el alcance de Su amor, no solo a través del humilde servicio de lavar los pies de los discípulos, sino también a través de Su paciencia con Judas y Su perdón por la traición y el abandono de Sus discípulos después de Su arresto. Las manifestaciones de amor de Cristo alcanzarían en última instancia los límites máximos a través de Su sufrida muerte por crucifixión.
Juan explica que Jesús, sabiendo que Judas planeaba traicionarle, se levantó de la mesa y se puso a lavar los pies a todos los discípulos (Juan 13:2-5). Con gracia y compasión, Jesús dio a Judas todas las oportunidades para arrepentirse y volver a Él.
Es importante comprender que la servil tarea de lavar los pies de un amo a sus siervos era inaudita en la cultura del primer siglo. Jesús inició una lección impactante que nunca olvidarían. Aunque era su Señor Soberano, Cristo tomó el lugar de un siervo para demostrar cómo amaba a los suyos hasta el fin.
Pedro, como era de esperar, no pudo contenerse. Se resistió enérgicamente a las instrucciones del Señor hasta que Jesús le dijo: "Si no te lavo, no vas a pertenecerme" (Juan 13:8, NTV). Entonces Pedro se sometió con entusiasmo al Señor, exclamando: "¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies!" (Juan 13:9, NTV).
Pedro y todos los discípulos pronto comprenderían el significado más profundo de las palabras y acciones de Cristo. El lavamiento de los pies era una prefiguración simbólica de Su sacrificio purificador en la cruz. Con Su muerte, Jesús les serviría más allá de los límites de la comprensión humana, hasta la plenitud del amor divino: "Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales" (Filipenses 2:6-8, NTV).
Al igual que Pedro y los demás apóstoles, los creyentes de hoy necesitan desesperadamente comprender la enseñanza del Señor sobre la humildad y el servicio: "Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Les digo la verdad, los esclavos no son superiores a su amo ni el mensajero es más importante que quien envía el mensaje. Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas" (Juan 13:14-17, NTV). Servirnos unos a otros con humildad, muriendo a nuestros propios deseos egoístas en beneficio de los demás, revela el alcance total de nuestro amor: "Conocemos lo que es el amor verdadero, porque Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos" (1 Juan 3:16, NTV).
El hecho de que Jesús amara a los suyos hasta el fin significa que los amó hasta el límite del amor. Es el corazón del mensaje evangélico: "Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados" (1 Juan 4:9-10, NTV; ver también Juan 3:16-17). Juan reveló que había aprendido la lección del lavamiento de pies, diciendo: "Queridos amigos, ya que Dios nos amó tanto, sin duda nosotros también debemos amarnos unos a otros. . . . si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor llega a la máxima expresión en nosotros" (1 Juan 4:11-12, NTV; ver también 1 Juan 4:7, 8, 11, 19-21).