Respuesta:
La Biblia claramente presenta a Jesús Cristo como uno con el Padre (Juan 10:30), un Miembro de la Trinidad que renunció a Sus derechos como Dios y tomó carne humana para vivir entre nosotros (Filipenses 2:5-11; Gálatas 4:4-5). Por lo tanto, es correcto llamarlo Salvador y Señor (Lucas 2:11; 2 Pedro 3:18; Judas 1:25). Sin embargo, algunos pasajes también se refieren a Jesús como nuestro hermano (Hebreos 2:11; Romanos 8:29; Marcos 3:34). Para entender completamente el concepto de Jesús como nuestro hermano, veamos con más detalle cada uno de estos pasajes:
• Hebreos 2:11 dice: "Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos".
La palabra que se traduce como "hermanos" es la palabra utilizada para parientes de sangre, pero también se refiere a los cristianos. El término genérico "hermano" en las Escrituras usualmente también incluye a las hermanas. En este pasaje, el escritor de Hebreos está explicando cómo el perfecto Dios-Hombre, Jesús, podría llamar a los imperfectos seres humanos, Sus hermanos y hermanas.
Esto es más fácil de entender en términos de relaciones físicas. Jesús explicó las realidades espirituales diciéndole a Nicodemo que debía "nacer de nuevo" (Juan 3:3). Usó este término físico porque todos entendemos el nacimiento. Cuando dos bebés han compartido el mismo vientre o el mismo padre, son de la misma familia. Llevan ADN similar, rasgos heredados, y derechos a reclamar la paternidad. Cuando un ser humano nace en la familia de Dios, por la fe, en la muerte y resurrección de Jesús, Dios se convierte en nuestro Padre (Romanos 8:15; Gálatas 4:4-6). Esto sucede a través de un acto del Espíritu Santo que se muda a nuestros espíritus y comienza a cambiarnos (2 Corintios 5:17). Dios también es el Padre del Señor Jesucristo, y compartimos en esa relación como hijos adoptados. Jesús, nuestro hermano, compró con Su sangre el derecho para nosotros de llamar a Su Padre, nuestro Padre. No se avergüenza de llamarnos hermanos porque se nos ha imputado Su justicia, haciéndonos irreprochables como Él es irreprochable (2 Corintios 5:21).
• Romanos 8:29 dice: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos".
Algunos cultos han malinterpretado este versículo para implicar que Jesús fue solo el primero de los muchos hijos adoptados de Dios. Sin embargo, en la Biblia, la palabra primogénito no siempre se refiere al nacimiento físico o incluso espiritual; más bien, ser el "primogénito" implica preeminencia y posición, como se usa en el Salmo 89:27: "Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra". En Jeremías 31:9, Dios llama a la nación de Israel Su "hijo primogénito". Entonces, cuando Pablo usa el término primogénito en Romanos 8:29, quiere decir que Jesús tiene la posición preeminente de "Hijo unigénito de Dios" (Juan 3:16) y que, a través de Su obediencia al Padre, Cristo hizo posible que Su santo Padre adoptara a los seres humanos impíos como Sus propios hijos. La resurrección de Cristo fue la primera de muchas que seguirán, a medida que Dios reúne a Sus hijos en casa (1 Corintios 15:20-23).
• En Marcos 3:34-35, Jesús declara que aquellos que lo siguen son Sus hermanos: "Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre".
El escenario para esta declaración es una casa donde Jesús estaba enseñando. Su familia física había comenzado a preocuparse por Él, y habían venido a llevarlo a casa con ellos. Mientras esperaban fuera de la casa llena, los mensajeros informaron a Jesús de su presencia. Sentados alrededor de Jesús estaban los discípulos. Su afirmación le indicó a todos que, mientras las relaciones terrenales son importantes, las relaciones espirituales son las que perduran. A partir de entonces, Él estaría enfocado en establecer esas relaciones eternas con todos los que confiaron en Él.
Es importante tener en cuenta que el requisito para ser considerado hermano o hermana de Jesús no es el ejercicio mental de "creer", ya que muchos en la sala con Jesús en Marcos 3 se habrían considerado creyentes en Él. El requisito para ser un hermano o hermana de Cristo es "hacer la voluntad del Padre". La voluntad final del Padre es que amemos, confiemos y obedezcamos a Su Hijo (Juan 3:36; 2 Tesalonicenses 1:8; Romanos 2:7-8). Cuando creemos en nuestros corazones el evangelio de Jesucristo y entregamos nuestras vidas a Su señorío, Dios nos adopta en Su familia y nos considera "herederos juntamente" con Su Hijo, Jesús (Romanos 8:17; 10:9-10). Nuestro Padre celestial quiere que Sus hijos tengan un parecido familiar, y nos dio el ejemplo perfecto en nuestro gran hermano, Jesucristo.