Respuesta:
El más conocido de los Joiada en la Biblia fue un prominente sacerdote de Israel que sirvió a varios de los reyes de Judá. Después de que Israel se dividió en dos reinos, Judá, el reino del sur, que incluía a Jerusalén, permaneció siendo más fiel al Señor. Joiada, el sacerdote, se casó con la hermana del rey Ocozías de Judá. El rey Ocozías reinó solo un año antes de ser asesinado.
Atalía, la madre de Ocozías, hambrienta de poder, vio una oportunidad. Reunió a toda la familia de su hijo, a cualquiera que pudiera aspirar al trono, y los mató a todos para que ella pudiera convertirse en reina (2 Reyes 11:1). Sólo le faltó uno en la matanza. Cuando Josabet, la hermana de Ocozías y esposa de Joiada, se dio cuenta de lo que tramaba Atalía, escondió al menor de sus sobrinos, Joás (versículo 2). Con sólo un año de edad, Joás era demasiado joven para reclamar su legítimo trono, pero fue protegido por Joiada y Josabet en el templo del Señor (versículo 3).
Pasaron seis años, durante los cuales la reina madre usurpadora Atalía permaneció en el poder y el rey legítimo se convirtió en un niño dentro de los atrios del templo. Finalmente, el sacerdote Joiada decidió que había llegado el momento de nombrar rey al niño. Llamó a Jerusalén a los capitanes de la guardia, a levitas influyentes y a otros líderes del pueblo. Les comunicó a todos el secreto de que aún vivía uno de los hijos del rey, legítimo heredero del trono, como descendiente directo de David. Los soldados y el pueblo acordaron, bajo juramento, proporcionar protección y apoyo al rey mientras era coronado y ungido en el templo (2 Crónicas 23:1-3).
Cuando llegó el día, cada persona de la asamblea estuvo preparada para defender al joven rey (2 Crónicas 23:8-10). Joiada sacó a Joás, puso la corona en el niño, lo ungió con aceite y le entregó el testimonio (o ley real). El pueblo aplaudió y gritó: "¡Viva el rey!", mientras las trompetas sonaban (versículo 11).
Atalía, la reina madre y abuela de Joás, escuchó el ruido desde el templo y se acercó desde el palacio (2 Crónicas 23:12). Cuando vio la escena de un niño portando la corona del rey, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Gritó: "¡Traición!", y rasgó sus propios vestidos de dolor y furia (versículo 13).
Joiada ordenó a los capitanes de la guardia sacar a la reina Atalía del templo y darle muerte, junto con cualquiera que la siguiera. Los guardias obedecieron y Atalía fue ejecutada en la Puerta de los Caballos del palacio (2 Crónicas 23:15). Sirviendo ahora como representante del rey, Joiada estableció un pacto entre el rey y el pueblo de que serían el pueblo del Señor y que ya no adorarían a Baal, como la reina madre había permitido (versículo 16). El pueblo irrumpió y destruyó el templo de Baal y mató al sumo sacerdote idólatra (versículo 17).
Joás, de apenas siete años, asumió el trono y reinó como rey en Judá durante 40 años. Gracias a su consejero Joiada, Joás fue conocido como uno de los buenos reyes de Judá que sirvió al Señor. Juntos, Joás y Joiada supervisaron extensas reparaciones al templo del Señor que había estado descuidado por demasiado tiempo. 2 Reyes 12:1-3, NBLA dice que Joás "hizo lo recto ante los ojos del Señor todos los días en que el sacerdote Joiada lo dirigió".
Joiada vivió hasta la impresionante edad de 130 años y bendijo al reino de Judá con su sabiduría piadosa y su hábil dirección. Muy apreciado por el pueblo por su servicio tanto a los reyes de Judá como a la casa de Dios, el sacerdote Joiada fue enterrado en Jerusalén en el lugar de los reyes. Lamentablemente, tras la muerte de Joiada, el rey Joás empezó a escuchar a malvados consejeros, y el culto a Baal y Asera resurgió en Judá (2 Crónicas 24:17-19).
Puedes leer más sobre la historia de Joiada en 2 Reyes 11-12 y 2 Crónicas 22:10-24:16.