Respuesta:
Hubo varios hombres llamados Judas en el Nuevo Testamento. Judas es un derivado del nombre Judá, así como el apodo Sam es un derivado del nombre Samuel. Pero tres hombres llamados Judas tuvieron roles significativos en los días de Jesús:
1. Judas Iscariote, que traicionó a nuestro Señor por treinta monedas de plata, era un discípulo escogido que posteriormente se ahorcó (Lucas 6:16; Mateo 27:4-5).
2. Al apóstol Judas se le identifica en los evangelios como "no Iscariote". Entonces Jesús eligió a dos hombres con el nombre de Judas para que estuvieran entre los doce discípulos (Juan 14:22; Hechos 1:13).
3. Judas era medio hermano de Jesús y hermano de Santiago, líder de la primera iglesia de Jerusalén. Este Judas era hijo de María y José y habría sido criado como hermano de Jesucristo (Marcos 6:3). Este Judas es el autor del libro del Nuevo Testamento que lleva ese nombre. En Judas 1:1, se identifica como "siervo de Jesucristo, y hermano de Santiago". Es interesante que ni él ni su hermano Santiago afirmaran tener relación familiar con Jesús cuando escribieron sus cartas. El orgullo les habría empujado a incluir ese hecho, pero la reverencia y la comprensión de la identidad divina de Jesús les motivaron a considerarse únicamente sus siervos.
Judas se encontraba entre los hermanos de Jesús que, al principio, no creían en sus afirmaciones de ser el Mesías (Juan 7:3-5). En un momento, junto con María, esperaron afuera del lugar donde Jesús estaba enseñando para llevarlo a casa con ellos (Mateo 12:46-47). Su propósito era "prenderle; porque decían: Está fuera de sí" (Marcos 3:21). Muy probablemente fue después de la resurrección cuando Judas y su hermano Santiago llegaron a comprender que su hermanastro, Jesús, era realmente el Hijo de Dios. Fue ese cambio de perspectiva lo que motivó a Judas a definirse no como "hermano del Mesías", sino como "siervo de Jesucristo" (Judas 1:1).
Aunque no fue uno de los doce apóstoles, Judas fue un líder en la iglesia primitiva. Comienza su carta con una gran preocupación por los creyentes que abandonan la fe y se vuelven a los falsos maestros (Judas 1:3–4). Su modo de dirigirse a "los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo" es amable y amoroso. Sin embargo, es directo e incuestionable al abordar la maldad de los falsos maestros (Judas 1:12–13). Habla con facilidad de Jesús, como uno que lo conocía íntimamente. También cabe destacar que Judas atribuye al Señor Jesús la salvación de Su pueblo de Egipto (Judas 1:5), aunque en la época del éxodo Jesús aún no había sido revelado. Es posible que, tras su conversión, Judas recordara las historias y afirmaciones de su hermano mayor durante sus años de infancia, que entonces había descartado. Al abrirse los ojos de su corazón (ver Efesios 1:18), Judas empezó a ver a Jesús bajo una luz completamente distinta y a comprender y conocer cosas que no estaban al alcance de los demás.
Judas y su hermano Santiago también nos enseñan que la familiaridad con Jesús no es suficiente para salvarnos. Vivieron en la misma casa que el Hijo de Dios durante años, pero no creyeron en Él. Sabían de Él, pero no lo conocían. Lo mismo es verdad para muchos cristianos profesantes hoy. El cristianismo cultural pone a la gente cerca de la verdad, pero muchos no han permitido que esa verdad redefina sus vidas. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais" (Juan 14:6-7). No había atajos para Judas, Santiago o María. Vivir en la casa con el Hijo de Dios no podía salvarles. Tenían que ser salvos por gracia mediante la fe, como cualquier otra persona que quiera conocer a Dios (Efesios 2:8-9).