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Pregunta: ¿Quién era Lea en la Biblia?

Respuesta:
Lea era la hija de Labán, hermana de Raquel, esposa de Jacob y madre de siete de los hijos de Jacob.

La primera mención de Lea en la Biblia aparece en la historia de Jacob. Después de que Jacob engañó a su padre y robó la primogenitura de su hermano (Génesis 27:1–29), se vio obligado a huir a la casa de su tío Labán en Harán. Allí Jacob se enamoró de Raquel, la hija menor de Labán. Lea, siendo la hija mayor, debería ser la primera en casarse, pero, desafortunadamente, era poco atractiva, mientras que Raquel era hermosa (Génesis 29:17). Debido a su amor por Raquel, Jacob hizo un trato con Labán para trabajar siete años por la mano de Raquel en matrimonio.

Cuando Jacob cumplió los siete años, exigió a Raquel como su esposa (Génesis 29:21). Labán hizo una fiesta, pero, en lugar de entregar a Raquel a Jacob esa noche, le dio a Lea. La Biblia no dice cómo se realizó el cambio, pero, en cualquier caso, Jacob durmió con Lea y se sorprendió a la mañana siguiente al encontrar a Lea en su cama (versículos 23–25). Indignado, Jacob exigió saber por qué Labán le había dado a Lea a pesar de que había trabajado siete años por la mano de Raquel. Labán, sin disculparse por su engaño, simplemente le dijo a Jacob que era tradición que la hija mayor se casara primero (versículo 26). Sin embargo, le dijo a Jacob que todavía podía tener a Raquel, si trabajaba otros siete años. Después de la semana nupcial con Lea (versículo 27), Raquel también se casó con Jacob. Entonces Lea tuvo que compartir a su nuevo esposo con su hermana después de solo una semana a solas con él.

Lamentablemente, era obvio que Jacob amaba a Raquel más que a Lea. Pero el Señor tuvo compasión de Lea y le permitió concebir (Génesis 29:31). Lea tuvo un hijo, al que llamó Rubén. El nombre, que significa "mira, un hijo", suena parecido a la palabra hebrea que significa "ha visto mi miseria". Lea tuvo tres hijos más con Jacob, que llamaron Simeón, Leví y Judá (versículos 33–35). Mientras tanto, Raquel se puso celosa de la fertilidad de su hermana, ya que ella misma era estéril. Entonces Raquel siguió la norma cultural de la época y entregó a su criada, Bilha, a Jacob como esposa para que ambos tuvieran hijos para ella (Génesis 30:3). Jacob tuvo dos hijos con Bilha, Dan y Neftalí. Lea había dejado de tener hijos, y al ver el éxito de su hermana, también entregó su criada a Jacob (versículo 9). La criada de Lea, Zilpa, tuvo dos hijos, Gad y Aser, y como los niños eran legalmente de Lea, ella se alegró de haberle dado más descendencia a Jacob.

La rivalidad entre Lea y Raquel continuó, principalmente por parte de Raquel, ya que ella aún no había tenido hijos de su propio cuerpo. Un día, Rubén, el hijo de Lea, le trajo unas mandrágoras del campo. En la antigüedad, las raíces de mandrágora se comían como afrodisíaco y como supuesto remedio para la esterilidad. Raquel deseaba las mandrágoras como remedio para su infertilidad y le pidió a Lea que se las diera. Lea respondió: "¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo?" (Génesis 30:15). Así que Raquel cambió lo único que estaba en su poder dar: una noche con Jacob. A cambio de las raíces de mandrágora, Raquel permitió que Lea durmiera con Jacob. Lea cumplió el trato, y esa noche Dios le permitió concebir otro hijo, al que llamó Isacar. Después de Isacar, Lea tuvo dos hijos más: Zabulón y Dina. Dina es la única hija de Jacob que menciona la Biblia, por lo que es posible que fuera la única.

A pesar de cómo fue tratada Lea por su esposo y su hermana, Dios la bendijo abundantemente en la forma de la maternidad. Pero había más. Su tercer hijo, Leví, se convirtió en el padre de la tribu de Israel, que fue elegida para servir al Señor en el tabernáculo y luego en el templo. Y su cuarto hijo, Judá, se convirtió en el padre de la línea a través de la cual Dios cumplió Su pacto con el abuelo de Jacob, Abraham. Dios había prometido que un día todas las personas serían bendecidas a través de la descendencia de Abraham (Génesis 12:1–3; 22:17–18). Esta bendición llegó en forma de Jesucristo, quien vino como el sacrificio por el pecado del mundo (Juan 3:16). Jesús era de la tribu de Judá y, por lo tanto, descendiente de Lea.

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