Respuesta:
Mardoqueo se presenta por primera vez en Ester 2:5–7: "Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya".
Estos versículos destacan los siguientes hechos sobre Mardoqueo: 1) era un judío de la tribu de Benjamín, 2) vivía en Susa, la capital de Persia, 3) su bisabuelo, Cis, había sido llevado cautivo por Nabucodonosor, y 4) actuó como padre de Ester. Cuando Ester fue seleccionada como una de las vírgenes que podría ser la próxima reina del rey Jerjes (o Asuero), Mardoqueo le aconsejó que no revelara su origen judío (Ester 2:10). Ester fue coronada reina (versículo 17).
En Ester 2:21-23, Mardoqueo, que trabajaba en la puerta del palacio, se entera de un complot para asesinar al rey. Mardoqueo informa del complot a Ester, y la reina transmite la información a Jerjes. Detienen a los supuestos asesinos y el nombre de Mardoqueo queda registrado en las crónicas del rey como el que actuó para preservar la vida del monarca.
A Mardoqueo lo odiaba Amán, un agagueo que ocupaba un cargo prominente en el reino. El odio de Amán se debía a que Mardoqueo se negaba a inclinarse ante él en señal de honor (Ester 3:5). Como judío, Mardoqueo sólo se inclinaba ante el Señor Dios de Israel. Sin embargo, Amán no se contentó con acabar simplemente con Mardoqueo: "Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo" (versículo 6).
Amán habló con el rey y obtuvo su permiso para aniquilar al pueblo judío en una fecha señalada por él. Cuando Mardoqueo se enteró del decreto, se rasgó las vestiduras, se vistió de cilicio y se sentó en ceniza (Ester 4:1).
Mardoqueo había estado pendiente de Ester todos los días. Cuando ella descubrió que estaba de luto, preguntó la causa. Mardoqueo informó a Ester del complot de Amán contra los judíos, diciéndole que fuera ante el rey y suplicara por la vida de los judíos (Ester 4:8). Ante esto, Ester se opuso, pues no tenía libertad para entrar en presencia del rey sin una petición; acercarse al rey sin invitación se castigaba con la muerte (versículos 9-10). Mardoqueo respondió con lógica: si no se presentaba ante el rey, de todos modos estaba muerta, pues ella misma estaba en peligro por el edicto del rey (versículo 13). Mardoqueo termina su mensaje a la reina con esta famosa declaración: "¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?" (versículo 14).
Ester aceptó que debía quebrantar la ley persa que prohibía el acceso al rey, diciendo: "si perezco, que perezca" (Ester 4:16). Ayunó durante tres días y entró en presencia del rey sin ser invitada. El rey Asuero la recibió amablemente, y Ester aprovechó la oportunidad para invitar al rey y a Amán a un banquete (Ester 5:1-4). Durante la comida, el rey preguntó a Ester si tenía alguna petición, y Ester solicitó su presencia en otro banquete la noche siguiente.
Amán, que desconocía el origen étnico de la reina, se alegró de ser honrado no con un banquete, sino con dos. De camino a casa, estaba "contento y animado". Pero cuando vio a Mardoqueo a la puerta del rey y observó que no se levantaba ni mostraba temor en su presencia, se llenó de ira contra Mardoqueo" (versículo 9). Cuando llegó a su casa, dio orden de construir una horca de más de 22 metros de altura para colgar a Mardoqueo (Ester 5:14).
Esa noche, después de la primera comida de Ester, el rey Asuero no podía dormir. Para conciliar el sueño, hizo que le leyeran las crónicas. Sucedió que se leyó el relato de Mardoqueo frustrando el asesinato. El rey se dio cuenta entonces de que no se había hecho nada para recompensar a Mardoqueo por su buena acción. En ese momento, Amán entró en el palacio con el fin de obtener el permiso del rey para ahorcar a Mardoqueo; sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de pedirlo, porque el rey ordenó a Amán que llevara inmediatamente a Mardoqueo por las calles de Susa para rendirle homenaje (Ester 6:10-11). Amán fue así humillado ante su enemigo, y Mardoqueo recibió el debido honor.
Después de su humillante experiencia de honrar a Mardoqueo, Amán regresó al palacio para el segundo banquete de Ester. Durante la comida, el rey volvió a preguntar a Ester si tenía alguna petición. Esta vez, suplicó al rey que la rescatara a ella y a su pueblo de la destrucción (Ester 6:3-4), y señaló a Amán como el que quería matarla (versículo 6).
Amán fue condenado sin contemplaciones a muerte en la misma horca que había colocado para Mardoqueo, y los judíos obtuvieron permiso para defenderse. Los judíos lograron vencer la malvada conspiración de Amán, y Mardoqueo fue recompensado con un ascenso. El versículo final de Ester señala: "Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje" (Ester 10:3).
La historia de Mardoqueo ilustra la verdad del Salmo 75:7: "Mas Dios es el juez; a este humilla, y a aquel enaltece", y el Salmo 147:6 (NBLA), "El Señor sostiene al afligido pero humilla a los impíos hasta la tierra". La fidelidad e integridad de Mardoqueo lo colocaron en buena posición ante el rey de Persia, y su preocupación por sus compatriotas judíos le trajo la bendición de Dios.