Respuesta:
Miqueas 5:2 predice: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. El versículo habla claramente de la venida de un rey a Israel, pero ¿acaso predice la llegada del Mesías?
Miqueas 5:2 hace un par de predicciones. Primero, el lugar de nacimiento de este futuro "Señor de Israel" sería Belén Efrata. Dado que había dos lugares conocidos como Belén en el tiempo de la escritura de Miqueas, la adición de Efrata es importante. Especifica la Belén de Judá, la parte de Israel en la que se encontraba la capital, Jerusalén. Belén se consideraba "pequeña", o insignificante, entre las ciudades de Judá, pero sería el lugar de nacimiento de este futuro gobernante.
En segundo lugar, el futuro gobernante de ascendencia judía es uno cuyas “salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. ¿A qué otra cosa podría referirse esto sino al Mesías? Solo el Mesías se ajusta a la descripción de un gobernante en Israel cuyo origen era desde tiempos pasados. Solo el Mesías judío podría ser un gobernante en Israel desde la eternidad pasada.
Esta interpretación se refuerza por el hecho de que los líderes religiosos judíos del primer siglo identificaron Miqueas 5:2 como una profecía mesiánica. En Mateo 2, los magos del oriente visitaron al Rey Herodes en Jerusalén y le preguntaron dónde había nacido el rey de los judíos. Herodes reunió a todos los sumos sacerdotes y escribas, y “les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea” basando su respuesta en Miqueas 5:2.
Solo Jesucristo se ajusta a las afirmaciones mesiánicas de Miqueas 5:2. Nació en Belén Efrata (Mateo 2; Lucas 2:1-20). Jesús afirmó ser el Mesías, el gobernante de Israel (Juan 4:25-26). También se ajusta a la descripción de ser "desde los días de la eternidad" (Juan 1:1; Colosenses 1:16-17). Ningún otro gobernante en Israel cumple estos requisitos. Decenas de otras profecías directas en el Antiguo Testamento (algunos estudiosos hablan de cientos) encajan con el nacimiento, el ministerio y la muerte de Jesús.
Jesús les dijo a los judíos que la Ley y los Profetas daban un claro testimonio de que Él era quien decía ser. “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” dijo Él (Juan 5:39). Hoy en día, aquellos que investigan la profecía de Miqueas 5:2 y otros pasajes mesiánicos encuentran pruebas convincentes de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios.
