Respuesta:
La Orden Cisterciense es una orden religiosa de la Iglesia Católica Romana que comenzó en Citeaux, Francia, en 1098. Un grupo de monjes se encontraban insatisfechos con su monasterio actual, la Abadía de Molesme, y se propusieron crear uno nuevo que fuera más fiel a las enseñanzas de San Benito. Guiados por San Roberto de Molesme, estos monjes buscaban un lugar donde pudieran vivir sus ideales más libremente.
Los ideales de estos monjes incluían lo siguiente:
• un mayor equilibrio entre la oración y el trabajo serio
• un mayor énfasis en desvincularse de los intereses mundanos
• un estilo de vida comunitario basado en el de los primeros cristianos en Hechos 2:42–47 y 4:32–35
• un nuevo y más auténtico modo de vida que uniera de manera efectiva la tradición monástica con la cultura moderna
Dos ramas distintas han surgido de este objetivo original: los Cistercienses de "Observancia Común" y la Orden de los Cistercienses de la Estricta Observancia. Aquellos que observan esta última forma de enseñanzas Cistercienses son comúnmente conocidos como Trapenses, nombre que proviene del Monasterio de La Trappe, Normandía. Ambas ramas tienen monasterios de hombres y mujeres ubicados en todo el mundo. Sin embargo, la única abadía Cisterciense en los Estados Unidos, llamada Our Lady of Dallas, se encuentra en Irving, Texas. (Una abadía es un edificio o edificios que albergan a una comunidad de monjes o monjas.) La mayoría de los Cistercienses se comprometen con la educación y el avance de la vida Benedictina, con los Trapenses centrados más en la estricta observancia de la tradición monástica y los Cistercienses de Observancia Común dedicados a entrelazar la tradición con la cultura.
Como en todo lo católico, la Orden Cisterciense combina la verdad bíblica con la tradición humana para formar una religión que sólo ligeramente se asemeja a la vida a la que Jesús nos ha llamado a vivir. La religión y las órdenes religiosas ofrecen cierto consuelo a través del ritual legalista. Los seres humanos aman las cajas para marcar, como demostraron Nicodemo (Juan 3:1–21) y el joven rico (Mateo 19:16). Nos sentimos seguros en nuestro estatus con Dios cuando tenemos evidencia tangible de nuestra propia justicia, medida por un líder religioso establecido que se hace pasar por portavoz de Dios. Pero Jesús nos salvó por gracia (Tito 3:5) y nos llama a vivir por la ley de la libertad (Santiago 2:12), no por un código religioso. Parece que la Orden Cisterciense, como todas las órdenes religiosas, pasa por alto esa libertad personal en un esfuerzo por ofrecer a Dios lo que no requiere (ver Miqueas 6:8).