Respuesta:
La historia de estos dos amigos del apóstol Pablo se cuenta en Hechos 18. Aquila, un cristiano judío, y su esposa, Priscila, conocieron a Pablo en Corinto, se convirtieron en buenos amigos suyos y compartieron su trabajo. Estas dos personas excepcionales pertenecen al panteón de los héroes cristianos, y su ministerio es tanto un estímulo como un ejemplo para nosotros.
Cuando conocemos a Aquila y Priscila por primera vez, se nos dice que habían llegado a Corinto desde Italia como víctimas de la persecución romana, no por su fe cristiana, sino porque Aquila era judío. El emperador Claudio expulsó a todos los judíos de Roma, y sin duda los judíos consideraron que no era seguro permanecer en ninguna parte de Italia. Aquila y Priscila llegaron a Corinto y se establecieron allí, ejerciendo su oficio de fabricantes de tiendas. Cuando Pablo, que también era un fabricante de tiendas, llegó a Corinto, fue a verlos, sin duda porque había escuchado de su fe en Cristo. Pablo vivió y trabajó con ellos mientras fundaba la iglesia de Corinto.
Después de un año y medio, Pablo se fue para Éfeso y se llevó a Aquila y Priscila con él. La pareja se quedó en Éfeso cuando Pablo se fue y establecieron una iglesia en su casa (1 Corintios 16:19). Luego, un elocuente predicador llamado Apolos pasó por Éfeso. Apolos era experto en las Escrituras, pero solo conocía el bautismo de Juan. Esto significa que Apolos sabía que Cristo había venido y cumplido las profecías de Juan, pero no conocía el significado de la muerte y resurrección de Cristo, el ministerio del Espíritu Santo que mora en él, o el misterio de la iglesia que contiene tanto a judíos como a gentiles. Priscila y su esposo llevaron a Apolos a un lado y le explicaron estas cosas (Hechos 18:24-26). Tanto Aquila como Priscila tenían un conocimiento profundo de la doctrina aprendida de Pablo, y este equipo de esposo y esposa fue capaz de transmitirlo a otro cristiano y edificarlo en la fe.
Estas dos personas extraordinarias nos dan un ejemplo de hospitalidad, como lo demuestra el hecho de que abrieran su casa a Pablo y la utilizaran como lugar de reunión para la iglesia. También nos impresiona su pasión por Cristo y su hambre de conocerlo.
Otra característica de las vidas de Priscila y Aquila es su deseo de edificar a otros en la fe. La última referencia que Pablo hace de ellas se encuentra en su última carta. Pablo estaba encarcelado en Roma y escribía a Timoteo por última vez. Timoteo era el pastor de la iglesia en Éfeso, y Aquila y Priscila están allí con él, aun sirviendo fielmente (2 Timoteo 4:19). Hasta el final, Aquila y Priscila ofrecieron hospitalidad a otros cristianos, difundieron el Evangelio que habían aprendido de Pablo y sirvieron fielmente al Maestro.