Respuesta:
Hay dos reyes en la Biblia a los que se hace referencia como Rey Joram. El primero era hijo del rey Josafat, y gobernó en el reino del sur de Judá desde 853 hasta 841 a.C. El otro rey Joram era hijo del malvado rey Acab, y gobernó en el reino del norte de Israel desde 852 hasta 841 a.C.
Joram, hijo de Josafat, tenía 32 años cuando comenzó a reinar, y reinó cuatro años con su padre y otros ocho en solitario en Judá (2 Reyes 8:16-17), un total de doce años. Aunque Josafat había sido un rey bueno y piadoso, Joram no siguió los pasos de su padre. Se casó con Atalía, hija del rey Acab (y hermana de Joram, hijo de Acab), y se convirtió en un gobernante malvado. Pero, a pesar de la maldad del rey Joram, Dios cumplió el pacto con David y se abstuvo de destruir Judá (2 Reyes 8:19).
Lamentablemente, la misericordia de Dios no tuvo ningún efecto en el comportamiento de Joram. Llevó a su reino a la idolatría y la lascivia, y provocó que Edom y Libna se rebelaran contra Judá (2 Crónicas 21:8, 11). Así que Dios, por medio del profeta Elías, envió la noticia de que, como Joram había llevado al pueblo al pecado, habría un ataque devastador contra la casa de Joram y el propio Joram sería afectado por una enfermedad intestinal incurable (versículos 14-15). Como parte del juicio de Dios, los filisteos y los árabes "subieron contra Judá, e invadieron la tierra, y tomaron todos los bienes que hallaron en la casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres; y no le quedó más hijo sino solamente Joacaz el menor de sus hijos" (versículo 17). La enfermedad mató a Joram de una manera espantosa y agonizante a la edad de 40 años. El pueblo no lloró a este malvado rey (versículos 18-20).
El otro Joram, hijo de Acab, subió al trono de Israel en el segundo año del reinado de su cuñado en Judá, y era igual de corrupto. Ciertamente, tuvo un mal ejemplo en su padre. Acab había convertido al pueblo a la idolatría, alejándolo del verdadero Dios de sus padres para adorar a Baal, el dios de su esposa Jezabel. Acab se había enfrentado a Elías en muchas ocasiones, y su malvado gobierno había provocado el castigo de Dios sobre toda la tierra con una sequía que había durado años. Las consecuencias de las decisiones de Acab se prolongaron durante el reinado de su hijo. Acab había tomado previamente el control de Moab y obligado al pueblo a pagar tributo, pero, cuando Joram subió al trono, Moab se rebeló, obligando a Joram a entrar en guerra (2 Reyes 3:4-5).
El rey Joram pidió ayuda en la batalla al rey Josafat de Judá y al rey de Edom, y los ejércitos combinados emprendieron una marcha por el desierto hacia Moab (2 Reyes 3:8). Por el camino, se quedaron sin agua. Josafat hizo averiguaciones y descubrió que Eliseo, profeta de Dios y sucesor de Elías, estaba cerca. Eliseo fue llevado ante los reyes, y Joram pidió ayuda a Dios. Eliseo quiso rechazar a Joram, pero accedió a ayudar por amor a Josafat (versículo 14). Mediante el poder de Dios, Eliseo llenó de agua un cauce seco para las tropas, y también prometió que Dios entregaría a Moab en sus manos (versículos 15-18). La profecía se cumplió, y Moab huyó ante Israel (versículos 20-27).
A pesar de este milagro y de las victorias en las batallas subsiguientes que Dios concedió, el rey Joram continuó en sus malos caminos. Aunque había puesto fin a la adoración de Baal en Israel, "se entregó a los pecados de Jeroboam" (2 Reyes 3:3), y su muerte era segura. Joram fue herido en una batalla con los sirios (2 Reyes 9:15). Dios encargó a Jehú, el hijo de Josafat, que destruyera toda la casa de Acab (2 Reyes 9:6-10). Jehú obedeció y, tras enfrentarse a Joram, le disparó entre los hombros con una flecha (versículo 24). Lamentablemente, Jehú dejó de obedecer a Dios después de haber aniquilado a la familia de Acab. El rey Jehú se convirtió en otro gobernante deficiente que siguió llevando al pueblo de Israel al pecado (versículo 31).