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Pregunta: ¿Qué significa que el Señor es mi fortaleza y mi canción (Salmo 118:14)?

Respuesta:
El salmista declara: "El Señor es mi fortaleza y mi canción, y ha sido salvación para mí" (Salmo 118:14, NBLA). Este versículo es una cita exacta de Éxodo 15:2, parte del canto de victoria de Moisés después de cruzar el Mar Rojo. En el Salmo 18:1, David repite el sentimiento: "Yo te amo, Señor, fortaleza mía" (NBLA).

El Salmo 118 es un salmo de acción de gracias. El adorador comienza alabando al Señor por Su amor firme y duradero. En el versículo 5, el salmista invoca al Señor en su angustia, y Dios le responde y lo rescata. A continuación, el autor contrasta el poder humano con la fuerza de Dios y reconoce que la verdadera fuente de su ayuda y supervivencia es el Señor, que es la fortaleza de su vida.

Tal vez, en tu angustia, nunca hayas pedido ayuda al Señor. En tu debilitado estado de necesidad, nunca has imaginado que Dios podría responderte: que descendería del cielo para rescatarte de las aguas profundas (Salmo 144:7). Tal vez estés aquí leyendo esta página porque tu corazón anhela saber: "¿Cómo puede ser el Señor mi fortaleza y mi canción?".

La fortaleza que procede de Dios, que libra a las personas de la muerte y las capacita para seguirle y estar a salvo del peligro por toda la eternidad, no es física, sino espiritual (Salmo 84:7). Ante todo, necesitamos la fortaleza de la salvación de Dios. Los seres humanos no tienen poder para salvarse a sí mismos. Solo Dios nos puede salvar: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9; ver también Santiago 4:12). Lo único que necesitamos para salvarnos es "creer en el Señor Jesucristo" (Hechos 16:31).

Una vez que recibimos la fortaleza de Dios en la salvación, podemos empezar a comprender "la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales" (Efesios 1:19-21). El Señor nos capacita para fortalecernos "en el Señor, y en el poder de su fuerza" (Efesios 6:10). La fortaleza de Dios nos libera totalmente y nos capacita para hacer el bien (Salmo 84:7; 28:8).

Si deseamos que el Señor sea la fortaleza de nuestra vida, podemos hacer esta increíble oración para pedir fortaleza espiritual: "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre... para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén" (Efesios 3:14-21).

No necesitamos ninguna otra fuente de poder o liberación, porque Jesucristo es la fortaleza de nuestras vidas. Incluso cuando nos sentimos cansados e incapaces, Su poder se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). La vida ilimitada de Cristo es la fuente de fortaleza para los que le pertenecen.

Si buscamos diariamente al Señor para que sea nuestra fuente espiritual, Él nos renueva y nos llena con el Pan de Vida y el Agua Viva (Juan 4:10-14; 6:35; 7:38). Nos da Su fortaleza para que podamos andar por Sus caminos y soportar todas las circunstancias a las que nos enfrentemos. Como el apóstol Pablo, podemos decir: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Como el salmista, podemos declarar: "El Señor es mi fortaleza y mi canción".

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