Pregunta: "¿Qué podemos aprender de la tribu de Manasés?"
Respuesta:
Las doce tribus de Israel recibieron el nombre de los hijos de Jacob o, en el caso de Manasés (y Efraín), de sus nietos. Después de que Jacob luchó con Él toda la noche, Dios le cambió el nombre a Jacob por el de "Israel", que significa "has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido" (Génesis 32:22-30). El nombre de Israel representa no sólo el país actual, sino también, originalmente, la descendencia de Jacob a la que Dios les prometió lo siguiente: "Será tu descendencia como el polvo de la tierra... te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur" (Génesis 28:14).
El nieto de Jacob, que da nombre a la tribu, nació en Egipto de José y su esposa, Asenat, hija del sacerdote Potifera. José llamó a su primogénito "Manasés" porque dijo: "Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre" (Génesis 41:51).
Esta tribu nos da muchas lecciones; las principales son los temas del libre albedrío, la obediencia, la fe y la naturaleza de Dios.
Al principio, aprendemos que a Manasés por lo general se le conoce como la "media tribu" de Manasés. Esta denominación resalta la decisión de algunos miembros de la tribu de vivir al este del río Jordán (Números 32:33; Josué 13:29-31). Ellos creían que Transjordania tenía el terreno más apropiado para criar sus rebaños. El resto de la tribu se estableció al oeste del Jordán, en Canaán, siguiendo la orden de Josué de entrar y poseer la Tierra Prometida. Como resulta evidente a lo largo de la Escritura, Dios da a sus hijos la libertad de decidir.
El uso del libre albedrío puede llevar a resultados no deseados o incluso desastrosos, sobre todo si desobedecemos a Dios o tomamos decisiones egoístas. Manasés aprendió esta lección -dolorosamente- al no obedecer la orden de Dios de destruir a los cananeos. Parte de su fracaso fue por su falta de fe en que Dios les daría fuerzas para vencer a un enemigo que parecía invencible. Manasés también es un ejemplo de otros defectos humanos, como la avaricia y la codicia. La (media) tribu de Manasés quería más tierra porque era "un pueblo numeroso". Tal vez tenían el número, pero no quisieron obedecer la orden de Josué de despejar "la tierra de los ferezeos y de los refaítas" (Josué 17:12-18).
Por otra parte, la tribu de Manasés demuestra su fidelidad a Dios en algunos casos. Gedeón, que más adelante se convertiría en uno de los mejores jueces de Israel, cuestionó a Dios cuando fue llamado a salvar “a Israel de la mano de Madián". Una de sus objeciones fue: "mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre" (Jueces 6:15). Gedeón exigió pruebas de Dios—dos veces—para poder actuar (Jueces 6:36-40). Luego de ser convencido de la voluntad de Dios, Gedeón avanzó con 32.000 soldados para conquistar a los madianitas. Pero después Dios le dijo a Gedeón que tenía muchos soldados para el trabajo, y Dios bajó el número de sus tropas a sólo 300 hombres. Siguiendo las órdenes de Dios, esta insignificante fuerza venció al enemigo. La batalla fue una prueba de que Dios estaba con Gedeón y la media tribu de Manasés.
También aparecen otras lecciones interesantes. Una de ellas es que Dios es justo. Zelofehad, tataranieto de Manasés, no tuvo hijos y murió en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida. Sus hijas pidieron a Moisés que cambiara el sistema de herencia masculina para que ellas pudieran recibir los bienes de su difunto padre. Tras consultar con el Señor, Moisés aceptó y estableció reglas para que los bienes permanecieran en la familia (Números 27:1-11).