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Pregunta: ¿Qué significa que "En Tu diestra hay deleites para siempre" (Salmo 16:11)?

Respuesta:
El tema del Salmo 16 se centra en encomendarse al cuidado de Dios y caminar junto a Él. De una manera u otra, el salmista parece decir en cada línea: "Señor, tú lo eres todo para mí". David, el autor del salmo, termina con esta declaración de eterna confianza en la bondad de Dios: "Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre" (Salmo 16:11, NBLA).

David reconoce que la providencia de Dios lo mantiene en el camino de la vida, incluso más allá de la tumba. Dice: "Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción" (Salmo 16:10). En la seguridad de la presencia de Dios, David experimenta una alegría completa. Luego hace esta curiosa afirmación "En Tu diestra hay deleites para siempre".

La diestra es un término utilizado metafóricamente en las Escrituras para hablar de la fuerza y el poder de Dios: "Tu diestra, oh Señor, es majestuosa en poder; Tu diestra, oh Señor, destroza al enemigo" (Éxodo 15:6, NBLA; ver también Éxodo 15:12; Salmo 18:35; 20:6; 63:8; 98:1). La diestra de Dios guía y sostiene a Su pueblo en tiempos de necesidad (Salmo 139:10). Estar "a la diestra de Dios" es habitar un lugar de gran honor y bendición (Salmo 45:9; 110:1). El Señor Jesucristo reina ahora en gloria "a la diestra de Dios" (Marcos 14:62; Hechos 2:33; Hebreos 1:3; Colosenses 3:1) e intercede por los que ha redimido (Romanos 8:34). En la Iglesia primitiva, los creyentes extendían "la diestra" para ofrecer un cordial saludo y como signo de aceptación y compañerismo mutuo (Gálatas 2:9).

Cuando David dijo: "En Tu diestra hay deleites para siempre", estaba expresando confianza en el conocimiento de que su vida estaba eternamente segura en la gloriosa presencia de su Dios todopoderoso. Estaba pensando más allá de la vida en la tierra, en la vida eterna—la vida de resurrección—en la eternidad. Por eso, el día de Pentecostés, el apóstol Pedro citó las palabras de David (Salmo 16:8-11) y las interpretó como una profecía de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (Hechos 2:25-31). Pablo también citó el Salmo 16:10 en Antioquía (Hch 13:35-37) como referencia a la resurrección del Señor.

La confianza de David en Dios afectaba a todos los aspectos de su vida, y se extendía más allá de la mortalidad. No temía el fin (Salmo 23:4) porque confiaba en que ni siquiera la muerte podría interrumpir el gozo y el placer de la comunión íntima con su Señor.

Además, los cristianos de hoy podemos decirle a Dios: "En Tu diestra hay deleites para siempre", porque tenemos la revelación completa de la resurrección de Cristo y nuestra participación en ella (Romanos 6:9; 8:11; 1 Corintios 15:20, 50-57; 6:14). Sabemos que Jesucristo triunfó sobre la muerte (Lucas 24:6; Apocalipsis 1:18). La muerte y resurrección de Cristo cambiaron por completo las realidades de la vida y la muerte para todos los que creen en Él (Hebreos 2:14). Jesús vivió para morir y murió para volver a vivir. Ahora vive para que podamos participar de Su vida para siempre (Mateo 20:28; Juan 3:16; 10:17, 28; 14:3, 19).

El "camino de la muerte" de Cristo nos abrió el "camino de la vida" (Juan 14:6; 1 Juan 5:11-12). Y porque le pertenecemos, nosotros también disfrutaremos de los placeres de la presencia de Dios por toda la eternidad (Colosenses 3:1-4; 2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23), donde nadie podrá robarnos el gozo (Juan 16:22).

Cuando estamos "a la diestra de Dios", estamos cerca de Él, tan cerca que Dios solo necesita extender Su diestra para que podamos participar de la inagotable reserva de Sus abundantes dones y bendiciones. En la cercanía de Su presencia, tenemos el honor y el privilegio de disfrutar de Su amor, compañía, cuidado, poder y protección.

Los placeres de este mundo son pasajeros (Hebreos 11:25), pero el gozo pleno de la íntima comunión en la presencia de Dios perdura para siempre: "Regresarán los que fueron rescatados por el Señor y entrarán cantando a Jerusalén, coronados de alegría eterna. Desaparecerán el dolor y el luto y estarán llenos de gozo y de alegría" (Isaías 51:11, NTV; ver también Isaías 35:10; Sofonías 3:17; Apocalipsis 7:15-17).

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