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Pregunta: ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó: "voy, pues, a preparar lugar para vosotros" (Juan 14:2)?

Respuesta:
Los discípulos de Jesús estaban muy angustiados por Su inminente partida (Juan 14:1; cf. Juan 16:6, 22). Por esta razón, Jesús dejó a un lado Su propia agonía (Juan 12:27 y Juan 13:21) y se tomó un largo momento para brindar apoyo emocional a Sus discípulos (Juan 14-16). ¿Existe un mayor ejemplo de poner a los demás antes que a nosotros mismos?

Juan 14 está relacionado con Juan 13 de dos formas importantes. En primer lugar, hay una conexión implícita con Pedro, de quien Jesús dijo que Lo negaría tres veces (Juan 13:36-38). Si Pedro negaría al Señor, ¿acaso los demás discípulos permanecerían firmes en su fe?

En segundo lugar, como Jesús percibió la agitación interior de Sus discípulos, creyó necesario hablar de las implicaciones de Su partida (Juan 13:33, 36).

Para calmar sus corazones atribulados (Juan 14:1), Jesús lanza un imperativo: "Creéis en Dios, creed también en mí". La palabra "creed" también se puede traducir como "confíen" (como la NTV traduce Juan 14:1). Aquí descubrimos el verdadero problema: la falta de confianza. Los discípulos no confiaban plenamente en Dios ni en Jesús. Si confiaran en Dios, también confiarían en Jesús, que "he venido a ustedes de parte de Dios" (Juan 8:42, NTV). La implicación es que existe una unión indisoluble entre el Padre y el Hijo (Juan 10:30 y Juan 17:21), una unión que se explicaría con más detalle en Juan 14:7-12.

D. A. Carson, profesor de Nuevo Testamento en Trinity Evangelical Divinity School, dice lo siguiente sobre la unión entre el Padre y el Hijo:

Para los lectores atentos del Evangelio, sin embargo, la unión es casi inevitable. Si Jesús habla invariablemente las palabras de Dios y realiza los actos de Dios (5:19 ss.), ¿no se debería confiar en él como en Dios? Si dice a sus seguidores que no se turbe su corazón, ¿no debe ser porque tiene razones sobradas y justificables?

The Gospel According to John, Eerdmans, 1991, p. 488. (Traducción propia)

No se trata simplemente de que se deba confiar en Jesús como en Dios. Jesús es Dios (Juan 1:1, 14; 5:18). Por lo tanto, se puede confiar en Él para que nos proporcione la solución a todos los problemas a los que nos enfrentamos (ver Mateo 11:28-30).

Los discípulos no comprendieron que la partida de Jesús era para su beneficio. Jesús no solo se iría para prepararles un lugar, sino que también volvería por ellos (Juan 14:2-3). ¿No debería haber sido esto motivo suficiente para que los discípulos se alegraran?

En Juan 14:2, la casa de mi Padre se refiere al cielo, donde hay muchas habitaciones o moradas. El punto de Jesús no es que cada creyente recibirá una "mansión" (como dice Juan 14:2). Más bien, es una garantía de que se ha hecho una gran provisión para asegurar espacio para todos los creyentes en el cielo. Esta es otra razón por la que los discípulos no deben dejar que sus corazones se turben por la partida de Jesús.

Al ir a la cruz, Jesús preparó un lugar en el cielo para Sus discípulos (cf. Juan 12:32). Así pues, Él es nuestro antecesor o precursor:

"La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec" (Hebreos 6:19-20 énfasis añadido).

Nuestra esperanza de un lugar de descanso eterno en el cielo es segura y firme porque se fundamenta en la obra consumada de Cristo (Juan 19:30).

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