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Pregunta: ¿Qué significa cuando Dios dice: "Yo estoy contigo" (Isaías 41:10, NBLA)?

Respuesta:
En Isaías 41, Dios comienza a exponer Su plan de redención para el remanente de Israel. El pueblo judío se encontraría con muchas dificultades y desafíos en su largo viaje de vuelta a casa. Sin duda, experimentarían miedo durante la enorme labor de reconstrucción de los días venideros. Tres veces en este capítulo, el Señor habla a ese miedo con palabras de consuelo y seguridad:

"No temas, porque Yo estoy contigo;

No te desalientes, porque Yo soy tu Dios.

Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,

Sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia".

(Isaías 41:10, NBLA; ver también Isaías 41:13-14).

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", pretende calmar nuestros temores con la seguridad de Su poderosa presencia, incluso en los peores momentos. A pesar de todo lo que Israel había sufrido durante sus años de cautiverio, a pesar de cada amenaza de enemigos poderosos, a pesar de sus debilidades y de las consecuencias de la derrota, Dios quería que Su pueblo supiera que seguía estando con él, igual que está con nosotros a través de cada giro imprevisto del destino y de cada prueba personal de la vida.

Las palabras de Dios a Josué resuenan para todos Sus siervos fieles: "Sean firmes y valientes, no teman ni se aterroricen ante ellos, porque el Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará" (Deuteronomio 31:6, NBLA; ver también Deuteronomio 31:8; Josué 1:9; Hageo 1:13).

Como declaró David, también nosotros podemos estar seguros:

"Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza;

siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad.

Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos

y las montañas se derrumben en el mar.

El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros;

el Dios de Israel es nuestra fortaleza".

(Salmo 46:1-2, 7, NTV).

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", aquieta nuestros corazones temblorosos con la promesa de Su cuidado. Dijo a Su siervo de antaño: "Yo mismo iré contigo, Moisés, y te daré descanso; todo te saldrá bien" (Éxodo 33:14, NTV). El Señor es nuestro Pastor del Salmo 23: cuida de nuestras necesidades, nos da descanso, renueva nuestras fuerzas y nos guía por el buen camino. Incluso cuando caminamos por el valle más oscuro, no tenemos que temer porque Dios está cerca, a nuestro lado. Nuestros enemigos no nos harán daño, y Dios promete bendecirnos con Su bondad y Su amor cada día y por toda la eternidad.

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", acalla nuestros pensamientos ansiosos con la seguridad de Su poder. Sabemos que, si Dios está con nosotros, nada podrá oponérsenos (ver Proverbios 21:30; Romanos 8:31). Con Dios de nuestro lado, no seremos vencidos, porque "mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4, NBLA). No tenemos que confiar en nuestra propia fuerza. En nuestra debilidad humana, el poder de Dios se perfecciona (2 Corintios 12:9-10; 3:4; Jueces 7:4-7). Los planes y propósitos del Señor no se pueden frustrar (Marcos 10:27; Job 42:2; Génesis 18:14).

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", nos consuela con Su garantía de ayuda. La Biblia dice que el Señor no nos dejará tropezar; Él vela por nosotros, nunca duerme ni se adormece (Salmo 121:3-4). Siempre que estamos en apuros, Él está preparado y dispuesto a ayudarnos (Salmo 46:1; 124:1-8). El Dios que hizo el cielo y la tierra es Aquel con quien podemos contar cuando necesitamos ser rescatados (Salmo 124:1-8). Podemos decir con confianza: "El Señor es quien me ayuda, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?". (Hebreos 13:6, NTV).

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", disipa nuestras preocupaciones extendiendo Su mano que nos guía, nos protege y nos apoya. El salmista afirmó: "Sin embargo, yo siempre estoy contigo; Tú me has tomado de la mano derecha" (Salmo 73:23, NBLA). La mano de Dios simboliza Su poder, soberanía y autoridad en el mundo (Salmo 95:4; 45:16; 118:15-16; 1 Crónicas 29:12). Estamos seguros en las manos de Dios.

Cuando Dios dice: "Yo estoy contigo", promete no fallarnos ni abandonarnos nunca. Su presencia estará con nosotros para siempre. Jesús reafirmó esta promesa con Sus palabras de despedida antes de ascender al cielo: "y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20, NBLA).

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