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Pregunta: ¿Qué significa "yo sé a quién he creído" (2 Timoteo 1:12)?

Respuesta:
Segunda de Timoteo 1:12 dice: "Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día". En este versículo y su contexto, Pablo anima a su discípulo, Timoteo, a ser valiente e incluso a sufrir "de las aflicciones por el evangelio" (2 Timoteo 1:8).

Pablo, que sufrió por el Evangelio que predicaba, se mantuvo tranquilo y sin avergonzarse porque confiaba en Cristo. Sus palabras sirven de aliento a muchos cristianos de hoy, como lo hicieron con Timoteo.

Cristo es el fundamento de nuestra fe (1 Corintios 3:11), Aquel en quien Pablo y nosotros creemos. Nuestra confianza proviene de la demostración tangible de la fiabilidad de Cristo. A lo largo de Su vida, muerte y resurrección, Jesús fue fiel a Su Padre celestial y fiel a Sus discípulos. "Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Juan 13:1).

A diferencia de otros sistemas de fe, el cristianismo bíblico enseña que Dios inició la relación entre Él y la humanidad al tomar carne humana y morir en una cruz. La crucifixión de Cristo, respaldada por pruebas históricas, es transformadora. Muchas personas, al comprender su responsabilidad moral ante Dios, han encontrado la libertad en la expiación del Hijo. La resurrección de Cristo consolida aún más Su afirmación de deidad y desvela Su magnífico plan para la humanidad. El cristianismo se presenta como una fe basada en la razón, que invita a sus seguidores a depositar su confianza en Jesús. Nosotros, como Pablo, podemos saber a quién hemos creído.

Pablo estaba "seguro" de que Aquel en quien creía era capaz de guardar lo que se le había confiado hasta "aquel día", es decir, el día de Su regreso (2 Timoteo 1:12). Cristo es digno de confianza porque es santo, perfecto y sin pecado. Podemos estar seguros de que cumplirá todas Sus promesas, incluida la de glorificarnos un día (Filipenses 3:20-21; Romanos 8:30). Cristo también demuestra Su fiabilidad, satisfaciendo nuestras necesidades y librándonos de las dificultades o guiándonos a través de ellas. Innumerables personas pueden dar testimonio de la naturaleza confiable de Cristo (www.tyndale.com/sites/unfoldingfaithblog/2018/10/02/check-out-these-real-life-testimonies/).

Cuando sabemos a quién hemos creído, tenemos una base estable sobre la que apoyarnos en las incertidumbres de la vida. Pocas personas están preparadas para la tragedia, y las que sufren pueden caer en la depresión o el nihilismo sin ninguna fuente objetiva de consuelo. Los cristianos cimentados en Cristo también experimentarán dolor y pueden sentirse perplejos, pero en última instancia encuentran descanso en la presencia inquebrantable de un Dios soberano. Él utiliza todas las circunstancias, buenas y malas, para nuestro bien (Romanos 8:28).

Nuestra confianza en quién creemos también nos impulsa a crecer "en la obra del Señor siempre" (1 Corintios 15:58). En nuestra sociedad pluralista y posmoderna, trabajar apasionadamente en la obra de Dios puede resultar difícil. Sin embargo, los retos no nos deben desanimar. Los apóstoles se enfrentaron a problemas similares, pero no se avergonzaron del Evangelio (Romanos 1:16). La perseverancia de los apóstoles no era señal de que fueran supercristianos, sino de que sabían a quién habían creído. Y sabían que su Señor y Salvador era capaz de guardar lo que se le había encomendado.

¿Qué era lo que Pablo había confiado a Cristo, Aquel en quien creía? Existen varias interpretaciones entre los estudiosos, pero parece probable que Pablo estuviera hablando de su alma. Había encomendado todo su ser al Señor para que lo guardara; se había entregado plenamente, sin reservas, sabiendo que el Señor es fiel. En esto, Pablo seguía el ejemplo del propio Cristo, quien "cuando padecía... encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:23). Como creyentes, todos estamos en manos de Dios. Cristo es nuestra esperanza, y podemos estar seguros de que Él preservará nuestras almas.

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