Pregunta: ¿Qué hace que el agua hurtada parezca dulce (Proverbios 9:17)?
Respuesta:
Muchas veces, la literatura de la sabiduría emplea un lenguaje metafórico para instruir al lector sobre temas delicados como el amor conyugal y las relaciones sexuales. La idea de que "Las aguas hurtadas son dulces" (Proverbios 9:17) se refiere a la satisfacción sexual prohibida.
Mediante la personificación, Salomón contrapone la sabiduría a la insensatez. Tanto la sabiduría como la insensatez son como mujeres que invitan a huéspedes de paso a un banquete en su casa. La persona que acepta la invitación de la sabiduría hace la elección decisiva que conduce a la vida: "Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he mezclado. Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia" (Proverbios 9:5-6; cf. Juan 6:51-56). Sin embargo, la persona que acepta la invitación de la locura elige un camino que conduce a la muerte (Proverbios 9:18; cf. Romanos 8:6).
Anteriormente, en Proverbios 5:1-23, Salomón advierte al joven contra el adulterio. Compara el agua con la intimidad física: "Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud" (Proverbios 5:15-18).
El agua era una ilustración adecuada y significativa en las condiciones desérticas de la antigua Jerusalén. Mantener un suministro de agua limpia y fresca era crucial para sostener la vida. El agua de lluvia se recogía y almacenaba en rocas huecas o en cisternas subterráneas revestidas de piedra caliza parecida al yeso para evitar que se filtrara. Debido a la escasez de lluvias, estas cisternas debían mantenerse y vigilarse cuidadosamente. Se prefería beber del propio suministro privado de agua a transportar agua de un pozo o arroyo público.
Dios construye un muro alrededor de la intimidad conyugal, ordenando el matrimonio y el lecho conyugal como una "fuente" o "manantial" privado y exclusivo para el disfrute del placer sexual. Solo el hombre y la mujer unidos en matrimonio pueden beber agua de esta fuente o compartir su gozo (Éxodo 20:14; Levítico 18:20). En Proverbios 9:17, Salomón utiliza la idea de "agua hurtada" como alusión al sexo ilícito, prohibido y extramatrimonial.
El agua hurtada se toma de la fuente de otra persona. Es placer sexual fuera de los límites de lo que es lícito y apropiado. El agua de la fuente propia es pura, limpia y refrescante, pero el agua hurtada, por muy dulce que parezca en ese momento, está contaminada por el pecado. Entonces, ¿qué tiene el agua hurtada que la hace tan dulce?
Para algunos, la emoción de salirse con la suya en algo ilícito -el aspecto peligroso y secreto de una aventura, por ejemplo- excita y apela a sus instintos más bajos. La naturaleza pecaminosa ansía lo que no puede tener (Gálatas 5:17; Romanos 7:14-23). Cuanto más prohibido está algo, más tentador y deseable resulta. En la Nueva Traducción Viviente, Proverbios 9:17 sugiere: "¡El agua robada es refrescante; lo que se come a escondidas es más sabroso!". Tanto "el agua robada" como "la comida que se come a escondidas" implican actividades prohibidas y encubiertas.
Sin embargo, en Proverbios 20:17, Salomón advierte: "El pan robado tiene un sabor dulce, pero se transforma en arena dentro de la boca" (NTV). Lo agradable del placer pecaminoso es efímero y engañoso (Eclesiastés 2:10-11; Hebreos 11:25; 1 Timoteo 5:6). Lo que al principio era dulce en la lengua se convierte rápidamente en amargura y muerte una vez que se ha ingerido (Isaías 5:20). La invitación de la locura puede parecer y sonar atractiva. El pan y el agua que ofrece pueden tener un sabor dulce, pero, a la larga, la muerte espera a quienes cruzan su puerta (Proverbios 9:18).
Dios diseñó la intimidad física no solo para la reproducción de la vida humana, sino para el refrigerio y el placer de las parejas unidas por el vínculo del pacto matrimonial (Génesis 1:28; 2:18, 23-24; Mateo 19:4-6; 1 Corintios 7:32-34; Cantar de los Cantares 4:16-5:1, 19). El sexo es un don de Dios para fortalecer el vínculo emocional de la pareja casada. Según Salomón, la intimidad sexual dentro de los límites apropiados del matrimonio es como un delicioso bocado de agua pura de manantial. Pero cometer adulterio es como ingerir agua contaminada. El agua hurtada puede parecer dulce, pero es como sorber veneno mortal de una alcantarilla. El sexo fuera del matrimonio puede ser excitante y agradable al principio, pero acaba contaminando y destruyendo a todo el que participa en él (Proverbios 6:20-35).