Respuesta:
A veces nos imaginamos a Dios como un capataz, un dictador que se opone a la diversión o al placer. Podemos imaginárnoslo como un juez malhumorado con un mazo, señalando fácilmente los defectos y ahogando cualquier sentimiento de alegría que tengamos. Podemos ver a Dios como un aguafiestas cósmico. ¡Qué imagen tan triste y antibíblica de Dios! Un cascarrabias frío y desagradable no es el Dios de la Biblia. Cuando estudiamos las Escrituras y llegamos a comprender el carácter de Dios, vemos que Él no es en ningún sentido un aguafiestas cósmico. De hecho, Él es quien nos restaura y nos da el verdadero gozo.
Jesús declara: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). La vida "en abundancia" no parece el regalo de un aguafiestas. En toda la Biblia vemos representaciones de lo que puede ser una vida plena. Un gran ejemplo es la vida del propio Jesús. Su primer milagro tuvo lugar en una boda (Juan 2). Los niños acudieron a Él, y sabemos que los niños evitan a los gruñones (Marcos 10:13-16). En Lucas 7:34, Jesús nos muestra Su gozo: "Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores". Jesús no carecía de gozo; de hecho, manifestaba un exceso de gozo, por lo que decían Sus detractores. Participaba activamente en la vida y no era abstemio.
Dios mismo se complace en las cosas. Sofonías 3:17, por ejemplo, dice que Dios se deleita en nosotros y canta sobre nosotros. Dios se deleita en Sus hijos obedientes (Deuteronomio 30:9). Se deleita en mostrar misericordia (Miqueas 7:18).
Dios creó el cuerpo humano con la capacidad de experimentar placer. El diseño de Dios incluye papilas gustativas y suficientes alimentos sabrosos para satisfacer cualquier paladar. Dios diseñó el ojo humano y suficientes colores para deslumbrar la mente. Dios diseñó los órganos sexuales, con su miríada de terminaciones nerviosas, para que una pareja casada pueda disfrutar del placer de su amor. En otras palabras, el placer fue idea de Dios; Él es todo menos un aguafiestas.
El Antiguo Testamento está lleno de instrucciones para celebraciones y festivales. Mientras que las fiestas servían como recordatorios importantes de la fidelidad de Dios y ofrecían vislumbres de quién sería el Mesías, también eran momentos de celebración. Un aguafiestas cósmico no instituiría tales fiestas.
A veces, como cristianos, tenemos la idea de que estar gozosos significa leer la Biblia, meditar o servir. Así que acabamos pensando que Dios no es un aguafiestas per se, pero que tal vez espera que nos divirtamos con cosas que en realidad no son tan divertidas. Esto es incorrecto en dos aspectos. En primer lugar, ciertamente podemos y experimentamos gozo al leer la Biblia y servir a los demás. Además, el gozo no se encuentra exclusivamente en esas actividades. Dios nos creó para experimentar la comunión, la recreación y la creatividad. Fuimos creados para deleitarnos siendo Sus hijos, utilizando las habilidades que Él nos ha dado y disfrutando de los placeres que Él nos ofrece. El Catecismo Menor de Westminster tiene razón en su primera respuesta: "El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre".
Sin embargo, debemos tener cuidado de no amar el placer por el placer mismo. Debemos darnos cuenta de que Dios se opone a ciertos tipos de "placer". La triste verdad es que vivimos en un mundo caído donde lo mejor de Dios para nosotros muchas veces es pervertido. Muchas actividades que nuestra sociedad considera placenteras no agradan a Dios (ver Gálatas 5:19-21; Colosenses 3:5-10; y 1 Corintios 6:12-17). Por ejemplo, Dios no aprueba el sexo promiscuo ni la borrachera. Por eso, algunos tachan a Dios de aguafiestas. Sin embargo, estos "placeres" del mundo no son saludables para nosotros ni nos llevan a un gozo duradero. Son los "deleites temporales del pecado" (Hebreos 11:25). Son falsos amigos que nos abandonan rápidamente y nos dejan vacíos y con nostalgia. Por eso, en lugar de acabar con nuestra diversión, Dios nos protege y nos proporciona lo que es verdaderamente mejor para nosotros. En este sentido, se parece mucho a un padre terrenal que pone límites a sus hijos. A un padre se le puede llamar aguafiestas por limitar la cantidad de dulces que consumen sus hijos, pero ese límite al final les beneficiará.
Además, es importante tener en cuenta que el propósito de nuestras vidas no es pasarlo bien. Nuestras vidas tienen un significado profundo. Fuimos creados para deleitarnos en Dios (Salmo 37:4), y apreciamos las cosas buenas que Él nos proporciona. Sin embargo, nuestra atención se centra en el Dador, no en el regalo.
Dios no es un aguafiestas; Él es el creador del gozo. Su Espíritu la produce en nuestras vidas (Gálatas 5:22). Ya que Él es la fuente del gozo, cualquier búsqueda de placer aparte de Dios es idolatría. Por nuestro propio bienestar, Dios se opone a que nos aferremos al gozo mundano y temporal que promete el pecado. A veces debemos dejar de lado la gratificación instantánea para invertir en el mayor gozo del reino de Dios. "En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre" (Salmo 16:11).