Pregunta: ¿Qué significa "alégrate con la mujer de tu juventud" (Proverbios 5:18)?
Respuesta:
En Proverbios 5:1-23, Salomón instruye al joven sabio para que evite hasta el más mínimo indicio de promiscuidad y permanezca siempre fiel a su esposa. Dentro de los límites comprometidos del matrimonio, Dios desea bendecir la intimidad sexual entre un hombre y una mujer: "Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre" (Proverbios 5:18-19).
El mismo concepto se desarrolla en Cantar de los Cantares 4:10-15, que exalta el placer y el gozo del amor sexual como es debido: "Tu amor me deleita, tesoro mío, esposa mía. Tu amor es mejor que el vino...Tú eres mi jardín privado... un manantial apartado, una fuente escondida...un manantial de agua fresca que fluye de las montañas del Líbano" (NTV). Un manantial es una fuente de placer, frescura y sustento. La intención de Dios es que un hombre se sienta emocionado, vigorizado y profundamente satisfecho con el afecto sensual de su propia esposa, y de ninguna otra persona.
En el hebreo original, la palabra para "alégrate con" significa "sentir felicidad, gozo y deleite". La Traducción de la Palabra de Dios interpreta la frase como "disfrutar de la muchacha con la que te casaste cuando eras joven". Eclesiastés 9:9 informa a los lectores que hay que disfrutar de todos los días de una larga vida con un cónyuge: "Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los insignificantes días de vida que Dios te haya dado bajo el sol. La esposa que Dios te da es la recompensa por todo tu esfuerzo terrenal" (NTV).
El propósito principal de la literatura de la sabiduría es enseñar al lector cómo vivir una vida piadosa que conduzca al éxito y evite la autodestrucción. Pocas cosas pueden destrozar una familia, un matrimonio y toda una vida tan trágicamente como la indecencia sexual y la infidelidad conyugal. Tal vez Salomón se apoyó en su experiencia personal, reconociendo las desastrosas consecuencias que el pecado sexual de su padre David con Betsabé tuvo en su propia familia.
Dios tenía varios propósitos en mente al crear la sexualidad humana. Además de la procreación (Génesis 9:7), el sexo es un acto íntimo diseñado para fortalecer y mantener la conexión emocional entre marido y mujer (Génesis 2:24). Además, el sexo es un hermoso regalo que Dios ha dado a las parejas casadas para el placer y el disfrute mutuos.
La Biblia enseña tanto a los esposos como a las esposas a entregar sus cuerpos total, regular y exclusivamente a sus cónyuges para la satisfacción sexual (1 Corintios 7:3-4). Todo el vigor sexual de un hombre debe dirigirse a complacer a su esposa, y todo el deseo sexual de una mujer debe centrarse en gratificar a su marido.
En Efesios 5:21-33, Pablo dice a los esposos y esposas que se sometan el uno al otro por reverencia a Cristo. La sumisión mutua implica amarse desinteresada e incondicionalmente como Cristo ama a la Iglesia. También incluye amarse el uno al otro exclusivamente, sin buscar nunca gratificación sexual en ningún otro lugar (Efesios 5:22-33). En el matrimonio, las parejas cristianas tienen el potencial de experimentar el diseño original de Dios para la intimidad en la relación: estar emocionalmente abiertos, espiritualmente conectados y físicamente libres, desnudos y sin vergüenza (Génesis 2:18-25).
Un hombre sabio disfrutará de la esposa de su juventud, evitando toda oportunidad de aventura sexual, excepto para disfrutar de la mujer con la que se comprometió en un pacto matrimonial. Las Escrituras revelan que tal hombre descubre gozo y satisfacción en los brazos de su esposa todos los días de su vida.